A pesar de ser un estudiante brillante, Miles (Shameik Moore) es un adolescente que está a punto de embarcarse en las responsabilidades de la vida escolar en un colegio privado, cuyas dinámicas no le atraen y le parecen tediosas, aburridas e inútiles, pero que asume para complacer a su padre, Jefferson (Brian Tyree Henry), un dedicado jefe de policía en Nueva York. Confundido y desorientado, el joven busca a su descarriado tío Aaron (Mahershala Ali) en busca de orientación y consejos. Después de ser mordido por una araña radioactiva en las entrañas del sistema de transporte subterráneo, Miles se transforma en Spider-Man, un héroe que la comunidad necesita ya que Peter Parker (Chris Pine), el ‘hombre araña’ original, es asesinado por Kingpin (Liev Schreiber), quien está causando estragos debido al uso de un acelerador de partículas que altera distintas dimensiones del universo. Durante esos experimentos, se abre un portal que trae a Peter B. Parker (Jake Johnson), Spider-Woman (Hailee Steinfeld), Peni Parker (Kimiko Glenn), Spider-Noir (Nicolas Cage) y Spider-Ham (John Mulaney) al mundo de Miles. De esta manera, el joven se ve obligado a controlar a todo este variopinto grupo de extraños y confrontar al peligroso criminal Kingpin.
Luego de la atractiva desfachatez adolescente que significó Spider-Man: Homecoming (2016), el héroe arácnido recibió una nueva capa -quizá no tan profunda, pero sí emocional- en Avengers: Infinity War (2018) y, ahora, Sony Pictures ha decidido expandir el universo del popular personaje al reino animado, creando Spider-Man: Un nuevo universo (Spider-Man: Into the Spider-Verse, 2018), un festín visual y referencial para el público, especialmente para aquellos familiarizados y enganchados en las aventuras de cómics del personaje. El filme, dirigido por Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman, es un intento valiente de convertir el icono en una ola intertextual de estilos, pathos e identidad. Into the Spider-Verse se arriesga a ser diferente a cualquier otra manifestación de entretenimiento de Spider-Man. El encuadre, la posición tridimensional, y la atmósfera general están elaboradas para resalta constantemente lo urbano, con la acción que se encuentra a menudo en las calles o áreas ocultas de la gran ciudad. Visualmente, Into the Spider-Verse no se parece a ninguna película basada en cómics que hayamos visto antes. Desde los puntos Ben-Day que adornan cada cuadro hasta el estilo del panel de cómics y la forma en que se ha dibujado Kingpin, es una fiesta visual. La dirección del trío es juguetona, exagerada y se suma al dinamismo de la historia y los personajes. En este sentido, es una película sorprendente -y a veces excesiva-, con una impresionante atención al detalle, no solo por sus vistas y diseño de personajes, sino también por sus referencias, que le dan al admirador de cómics un montón de momentos inolvidables mientras Miles se desplaza en Nueva York. En el ámbito de lo narrativo, el guion de Phil Lord (Cloudy with a Chance of Meatballs, 2009) está comprometido a confeccionar una comprensión sofisticada del dilema del poder y la familia de Miles, encontrando al adolescente luchando por controlar su vida después de ser mordido por una araña. Él ama a su padre, pero responde a la permisividad de su tío, quien alienta su arte callejero. Miles también se siente atraído por Peter, y encuentra al héroe emocionalmente arruinado y canoso que se está convirtiendo en un mentor en el arte de ser Hombre Araña, lo que requiere rápidos reflejos, dominio del sentido del espíritu y un profundo aprecio por el peso de la responsabilidad. Dicha lección se mantiene a lo largo del filme, que se vuelve un poco pesada a medida que la muerte y la derrota entran en el relato. Pero el esfuerzo sigue comprometido a brindar una comprensión enfocada de Miles y sus nuevos desafíos, que lo empujan a convertirse en el héroe que desea ser desesperadamente, luchando contra el miedo que lo detiene.
Fecha de estreno en México: 25 de diciembre, 2018.