En su más reciente documental titulado Srbenka (2018), el cineasta croata, Nebojsa Slijepcevic (Gangster of Love, 2013), registra el trabajo del director de teatro Oliver Frljić y sus colaboradores durante los ensayos de una obra inspirada en una historia controversialmente trágica que de otra manera quedaría completamente impune: la de una niña serbia de 12 años, Aleksandra Zec, brutalmente asesinada por cinco militares croatas en 1991. Aunque el caso causó estragos en los medios de comunicación, los cinco hombres fueron absueltos, a pesar de haber admitido su crimen. Durante la planeación de la puesta en escena, paulatinamente se revelan los traumas ocultos de los actores involucrados, mientras que los ensayos se convierten en un cuestionamiento abierto de todo lo relacionado con la guerra y sus consecuencias del gran prejuicio y odio en Croacia.
El crimen contra la pequeña fue considerado un acto de “limpieza social”, un gesto xenófobo lleno de intolerancia, cuyas heridas siguen influyendo en la vida cotidiana 27 años después. Más espeluznante aún es que un sector de la sociedad sigue replicando el mismo esquema de odio. En la víspera del estreno de la obra, un grupo de manifestantes de derecha amenaza violentamente al director de teatro y parte de su equipo. El miedo al “otro” se mantiene vivo por los nacionalistas, que ven a cualquiera que no sea croata como un enemigo. El trauma deja que la violencia hierva a fuego lento bajo la superficie. El estilo fílmico de Slijepčević es altamente inventivo y formalmente complejo. El tratamiento del sonido crea el ritmo emotivo de las escenas que se centran casi exclusivamente en los ejercicios violentos que los actores se imponen a sí mismos a través del uso del cuerpo, los ademanes y el lenguaje. Más difícil aún para los intérpretes es encontrar un nivel apropiado de desapego, del pasado, de las propias heridas internas, del escenario, de los otros actores, del otro, de que el otro es croata o serbio. A través de la agitación emocional de los actores que se enfrentan personal y artísticamente con el delicado tema de la etnicidad en el período de posguerra, nuestra percepción cinematográfica se ve obligada a desdibujar los límites entre la realidad y la ficción, a enfrentar el dilema de ser ambos simultáneamente. Víctimas y verdugos. Este dilema concierne a los protagonistas de la película, pero finalmente se referirá a nuestra propia posición como público, ya que la fuerte empatía que la película puede transmitir no puede sino convertirnos en cómplices o enemigos del proyecto de Frljić. Aunque sus posturas críticas sobre el pasado irritan e incomodan a las políticas de derecha que prefieren la propagación del odio étnico, Frljic y Slijepcevic muestran que sus proyectos -tanto la obra teatral como el filme documental- son terapéuticos, con la esperanza de que cuando surjan cuestiones sobre la nacionalidad y las minorías, se pueda reducir el resentimiento hacia el extranjero. Pero las cuatro niñas de 12 años que participan en la puesta en escena -que no dudan en expresar su miedo a los gitanos- son una prueba viviente de lo largo que es el camino para una reconciliación.
Srbenka forma parte de la gira AMBULANTE 2019.