La Primera Orden se ha apoderado de la galaxia bajo el mandato del Líder Supremo Snoke (Andy Serkis), quien utiliza a sus generales, Hux (Domhnall Gleeson) y Kylo Ren (Adam Driver), para explorar los sistemas planetarios y localizar a la princesa Leia (Carrie Fisher) y sus menguantes fuerzas de la Resistencia, incluidos Poe (Oscar Isaac) y su droide de confianza, BB-8. Por otra parte, Rey (Daisy Ridley) está en su propia misión con Chewbacca, llegando a la isla de Ahch-To para convencer a Luke Skywalker (Mark Hamill) de unirse nuevamente a la Resistencia, pero éste se siente mental y emocionalmente agobiado debido a un oscuro acontecimiento del pasado asociado a la orden Jedi y el entrenamiento que recibió Kylo. Luke no está interesado en la pelea, pero acepta ser el maestro de Rey y entrenarla para que ella se acostumbre a su nueva conciencia de la Fuerza. En una tercera subtrama se encuentra Finn (John Boyega), quien recién curado de sus heridas se muestra ansioso por buscar y proteger a Rey. Él decide hacer equipo con una trabajadora de la nave de la Resistencia, Rose (Kelly Marie Tran), para infiltrarse en la tripulación de la Primera Orden y deshabilitar sus sistemas, ofreciendo una oportunidad a la Resistencia para escapar.
Star Wars: Los últimos Jedi (Star Wars: The Last Jedi, 2017), octavo capítulo de la saga de fantasía espacial, vuelve a tomar como escenario central el desorden de la galaxia mientras se desarrolla –una vez más– una batalla entre el bien y el mal. El filme se concentra en el esfuerzo grupal para desplegar una serie de constantes e interminables misiones de rescate, aventuras explosivas, juegos de traiciones, visitas a nuevos planetas y batallas intergalácticas a bordo de naves espaciales. Pero en este vaivén de las tres subtramas, el filme no logra profundizar en alguno de los personajes, y sólo ofrece viñetas anecdóticas sobre una facción que se resiste a ser dominada por otra. Durante gran parte del relato, el director Rian Johnson (Looper, 2012) evidencia su fascinación por el concepto de la Fuerza, pero Los últimos Jedi explora sucintamente las tres problemáticas que se desprenden al respecto: no se ahonda en la relación de Rey con el poder espiritual; se prolongan innecesariamente las dudas y los traumas de Luke por haber fracasado como maestro; y el anhelo de Kylo por convertirse en el máximo representante del Lado Oscuro deviene más un capricho que una auténtica convicción. Daisy Ridley asume con mayor compromiso su papel, mostrándose más segura que en Star Wars: El despertar de la fuerza (2015), y aunque Adam Driver se esfuerza en revivir el comportamiento malvado de Darth Vader, su ascenso como villano –quitándose el casco y la capa para convertirse en una figura humana de amenaza y conmoción– es francamente frágil y poco inquietante. A pesar de su esfuerzo por mantener la mística que impulsa la mitología inaugurada por George Lucas hace 40 años, Episodio VIII está demasiado obsesionado en crear sorpresas, a menudo sacrificando la estabilidad narrativa, sólo para hacer vibrar a los fanáticos.
Fecha de estreno en México: 14 de diciembre, 2017.