Gardner Lodge (Matt Damon) es un contador que vive con su hijo Nicky (Noah Jupe), su esposa en silla de ruedas Rose (Julianne Moore) y su cuñada Margaret (también Julianne Moore) en una pequeña casa en la ciudad nueva e idílica de Suburbicon. Una secuencia animada al comienzo del filme la describe como un sueño de Norman Rockwell y elogia su “diversidad”. Eso es hasta que una familia negra se muda ahí, despertando los rencores de los habitantes que están dispuestos a desplazar a los nuevos residentes sin importar los medios que deban emplear. Paralelamente al caos social, Gardner debe hacer frente a sus decisiones y planes que tenía a futuro en los que un par de mafiosos están involucrados.
Aunque hay un fetichismo desmedido por la estética de los años cincuenta, con artilugios y supermercados, muebles de oficina y peinados brillantemente elaborados, Suburbicon conjuga elocuentemente el humor negro, la ambición desbordada y el suspenso de antaño para recordarnos que las sombrías pesadillas pueden encontrarse, incluso, en el terreno fértil de los jardines más limpios. Abiertamente política, pero no empalagosa o molestamente didáctica, el filme escrito por los hermanos Ethan y Joel Coen es un divertimento atractivo situado en un mecanismo narrativo predecible, pero astutamente aceitado, sobre la ambición desmedida con una mirada en paralelo a los difíciles pasos de la integración racial. Suburbicon es un comentario –que, conociendo los alcances de los Coen, pudo haber sido más punzante– contra la hipocresía, una burla hacia la pequeña ciudad blanca y asilada a la que Donald Trump quiere volver; es el desmantelamiento del mito del sueño americano.
Fecha de estreno en México: 24 de noviembre, 2017.