El joven lingüista Martín (Fernando Álvarez Rebeil) llega a la región de Los Tuxtlas, al sur del estado de Veracruz, para registrar, documentar y estudiar los últimos restos de una lengua indígena llamada zikril. Martín descubre que las dos únicas personas que hablan la lengua no han conversado en medio siglo; Isauro (José Manuel Poncelis) y Evaristo (Eligio Meléndez) fueron muy buenos amigos en el pasado, pero no han podido limar asperezas desde su amargo desencuentro de cuando eran jóvenes (interpretados por Hoze Meléndez y Juan Pablo de Santiago, respectivamente), época en la que pasaron mucho tiempo juntos y se enamoraron de la misma mujer, María (Nicolasa Ortíz Monasterio). Ante la última posibilidad de rescatar la tradición oral, Martín le pide ayuda a Lluvia (Fátima Molina) para que persuada a su abuelo de reencontrarse con Evaristo, pero los rencores, las culpas y los secretos del anciano se interponen constantemente.
Luego de explorar los entornos urbanos en sus dos largometrajes anteriores, Párpados azules (2007) y Las oscuras primaveras (2014), el cineasta mexicano, Ernesto Contreras, decidió filmar su más reciente obra, Sueño en otro idioma (2017) –a partir de un guion de su hermano, Carlos Contreras– en la selva de Andrés Tuxtla, Veracruz, para crear una atmósfera recóndita, con pinceladas de realismo mágico, sobre el íntimo, complicado y a veces indescifrable diálogo que se genera entre tiempos (presente y pasado) y habitantes (vivos y muertos) con la intención de reflexionar en torno a la memoria, la muerte, la importancia de las tradiciones orales, y el lenguaje como barrera y herramienta de comunicación. La introducción de una trama vinculada a un triángulo amoroso del pasado y el énfasis significativo en desentrañar el misterio detrás de ese lío, paulatinamente le restan contundencia al evocador discurso filosófico sobre la agonía del lenguaje y la esterilización de la comunicación en el mundo moderno que se había planteado en un principio. A pesar de ello, el director elabora un estudio visual sobre la nostalgia. No hay un momento en el que se nos permita olvidar el lento declive del zikril, sus hablantes, su legado cultural y sus mitos. En el tiempo presente del filme, Lluvia enseña inglés a los habitantes del pueblo porque ese es el idioma que se propaga viralmente por todo el mundo en un proceso de globalización y porque la gente desea marcharse de ese lugar y cruzar la frontera. No obstante, el lenguaje no es sólo una herramienta despiadada para la movilidad social ascendente; el inglés es lo que une a los personajes de Martin y Lluvia en una tierna conversación, proporcionándoles una excusa para sucumbir al romance. La película se expande aún más en ese intrincado enredo entre el amor y el lenguaje. Es reveladora la manera en que Contreras muestra cómo la ignorancia lingüística del joven Isauro lo aísla de los demás; “¿cómo se puede hablar de amor si no se sabe español?”, exclama María, cuando él le presenta unas conchas de mar como regalo. En cambio, ella elige a Evaristo, quien sí habla español. Y así, el lenguaje también se equipara con el poder y el estatus social. Sueño en otro idioma es una película que, por momentos, pretende ser profundamente atmosférica con la intención de capturar esas transiciones indefinibles entre la vida a la muerte, lo humano y lo animal, lo terrenal y lo mitológico. Para lograr esta tarea, ayudan el trabajo del cinefotógrafo Tonatiuh Martínez (La vida inmoral de la pareja ideal, 2016), quien captura con su ojo sagaz la neblina, la oscuridad de la noche y la vegetación para confeccionar cautivadoras y enigmáticas imágenes, así como el diseño sonoro de Enrique Greiner, quien permite que los ruidos de las aves se integren a la acústica del paisaje. Los hermanos Contreras hacen una elección arriesgada al no incluir subtítulos para los fragmentos hablados en zikril; el espectador puede sentirse silenciosamente excluido, pero la estrategia resulta extrañamente convincente ya que posibilita que se desarrolle el potencial visual del filme. Nos vemos obligados a centrarnos en la estética de zikril, en los rostros, los gestos, las entonaciones y los sonidos, sin profundizar en la complejidad textual, pero entendiendo que el lenguaje está vivo a través de las personas que lo hablan.
Fecha de estreno en México: 20 de abril, 2018.
Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional