por Jesús Magaña
Es Quebec en 1970. Manon de 12 años (Milya Corbeil-Gauvreau, heroica) se recarga en el hombro de su padre mientras en la televisión un conductor se ve obligado a leer un manifiesto del FLQ (Frente de Liberación de Quebec). La niña pregunta a su papá, ¿Los del FLQ son buenos o malos? “Son gente buena haciendo cosas malas”, le responde. Una escena después, el padre de Manon cae desfallecido en plena misa. La adolescente tendrá que encargarse por completo de su hermano Mimi (tiernísimo, Anthony Bouchard), su adoración, mientras la deprimida madre se vuelca al cuidado del papá. La familia irremediablemente entra en una desgracia económica que amenaza con poner a Manon y Mimi en adopción. Nuestra protagonista quiere proteger a su pequeño hermano, que como muchos niños sueña con conocer Disneylandia, aunque a su corta edad entiende que, cuando mucho, lo que le toca será aspirar a un traje de Mickey Mouse. Inspirada por el omnipresente FLQ, Manon y sus primos -con los que prácticamente viven desde la enfermedad de su padre-, deciden tomar a la abuelita olvidada del barrio de rehén y huir a una casa abandonada. La abuela raptada acabará por erigirse, ella misma, en familia provisional de los niños, a través del abrazo de un síndrome de Estocolmo que nace de las carencias afectivo-familiares de ambas partes (secuestradores/secuestrada). Cuando la abuela les cuestiona la razón de su secuestro, los chicos le responden que “para que sea su abuela”; con su arrebato, más allá del espíritu original que lo propició, han logrado brindarse a ellos mismos una idílica felicidad pasajera.
Le Rois Mongols es el quinto largometraje como realizador del también actor Luc Picard. El filme ganó el Oso de Cristal de la Sección Generation (especializada en presentar historias narradas con protagonistas juveniles e infantiles) en la Berlinale del 2018. El guion de Picard y Nicole Bélanger (adaptando su propia novela) en un inicio parece disponerse a establecer una analogía metafórica entre la debacle que se precipita sobre Manon y Mimi, y el contexto histórico en el que se desarrolla la trama: la crisis de octubre de 1970, en Quebec; la lucha de una nación atrapada dentro de otra hospedando la de unos niños a la deriva de una familia que está imposibilitada a serlo. Pero el ilógico giro en los planes de la Truffautiana pandilla, termina convirtiendo a la película más en una historia sobre niños aferrándose a su lealtad y a su familia, con la fidelidad a su palabra como piedra angular de sus acciones. Y ya en ese sendero, el filme resalta la perdida de la fe y de la inocencia que viven unos chamaquitos avasallados por una realidad abrumadora, de ésas en las que aprendemos a mentir, a mentirnos, aunque nos digamos que lo hacemos por una buena causa, porque las buenas causas suelan ser las excusas de los adultos.
Te lo prometo forma parte de la Semana de Cine Canadiense y está disponible en Cinépolis Klic.