Lee nuestra reseña de The Butler.
Cecil Gaines (Forest Whitaker) es un mayordomo afroamericano que trabaja en la Casa Blanca. Un leal sirviente que elige sobrevivir dentro del sistema racista que imperó en Estados Unidos hasta la década de 1970. En su calidad de sirviente, acepta sentarse en la zona reservada a la gente de tez oscura, acata su etiqueta –entrenado para servir, ser parte de la decoración, apenas otra pieza de mobiliario– y asume el papel de fantasma disfrazado de mayordomo en la casa presidencial. Cecil se convierte en testigo directo de la historia y la política racial de los Estados Unidos desde la Casa Blanca durante las casi tres décadas en las que trabajó para ocho presidentes distintos desde el mandato de Dwight D. Eisenhower (1953-1961) hasta la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989). Mientras él se mueve dentro de las reglas establecidas por el gobierno, su hijo mayor, Louis, es un férreo defensor de los derechos civiles de los afroamericanos, que se resiste a asumir el papel de discriminado y decide convertirse en un activista seguidor de Martin Luther King. Ante los ojos de ambos se gestan los cambios políticos y sociales de aquel país, con hechos paradigmáticos como el asesinato de John F. Kennedy y Martin Luther King; los movimientos de los Freedom Riders, los Black Panters, la guerra de Vietnam, el escándalo Watergate, hasta la victoria de Barack Obama en las elecciones de 2008. Cada uno lo vive intensamente desde su trinchera: Cecil como observador inmerso en el mundo político como espectador sumiso, Louis como activo detractor de la contraparte reprimida.
El filme dirigido por Lee Daniels (Precious, 2009) está inspirado en la historia real de Eugene Allen, un mayordomo en jefe que sirvió durante treinta años (1952-1986) a varios presidentes de Estados Unidos, entre ellos Nixon o el propio John F. Kennedy. La cinta incorpora imágenes de archivo reales de casos de violencia o crímenes raciales cometidos durante el apogeo de la discriminación en Estados Unidos, y es cuando la cinta gana en emotividad ante un guión evidente y empalagoso que hace un dibujo caricaturesco de los presidentes de este país. Una película a ratos enérgica, por momentos convencional, vagamente entretenida, que deviene en una apoteosis del sentimentalismo y de la abyección, redundante en el cliché de la victimización racial, los conflictos familiares y el patriotismo redentor que embarga a la filosofía norteamericana del cine hollywoodense más tópico.
VSM (@SofiaSanmarin)
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