Andy (Chad Michael Murray) y Lisa (Abigail Spencer), una joven pareja, deciden mudarse en compañía de su pequeña hija, Heidi (Emily Alyn Lind), a una casa rural en Georgia situada en el bosque, cerca del antiguo ferrocarril subterráneo. Lisa, quien se encuentra en un tratamiento médico a base de pastillas para controlar las visiones que la perturban constantemente, cree haber hallado el recinto ideal para descansar y continuar su proceso de curación. Sin embargo, Heidi es quien ahora experimenta las visiones de fantasmas y cadáveres que alarman la estabilidad de la familia. Con la llegada de Joyce (Katee Sackhoff), hermana de Lisa y quien también padece la misma enfermedad, los espíritus y fantasmas despiertan con la intención de vengarse de aquellos que en el pasado los lastimaron.
The Haunting in Connecticut 2: Ghosts of Georgia (2013) –basado en una supuesta historia real ocurrida en 1993 y que no representa una secuela de The Haunting in Connecticut (2009)– es dirigido por el debutante Tom Elkins que crea suspenso a partir de la manipulación que parte del eficiente uso de los trucos del género ya conocidos (cortes bruscos basados en el nerviosismo de los personajes, súbitas apariciones de fantasmas y cadáveres, sonidos inquietantes). Aunque hacia el final hay un giro de la trama que revela un aspecto más siniestro del pasado de la casa vinculado al problema de la esclavitud en Estados Unidos, el director opta por no centrar su atención en ello y continúa con sus opulentos recursos visuales (sueños dentro de sueños, insectos invasivos, luces parpadeantes) que buscan generar gritos en la audiencia.
LFG (@luisfer_crimi)