Mark (Nikolaj Coster-Waldau), un atractivo empresario que aparenta ser visionario y trabajador, seduce a Carly (Cameron Diaz), una exitosa abogada que se entusiasma con la relación que empieza a establecer con el interesante hombre. Después de una breve discusión entre la pareja, Carly acude con su padre, Frank (Don Johnson), y este le aconseja que no se rinda y vaya en busca del amor de su vida. Al llegar a la casa de su novio, Carly conoce a Kate (Leslie Mann), la esposa de Mark. Ambas descubren las mentiras e infidelidades del hombre. Aunque poseen personalidades muy distintas –Carly es exitosa y extrovertida, mientras Kate es despistada e insegura–, deciden ejecutar una venganza para humillarlo. En el camino encuentran un par de aliados: Phil (Taylor Kinney) –el hermano de Kate– y otra de las amantes de Mark, la joven y exuberante Amber (Kate Upton).
Las personalidades dispares de las protagonistas hacen que Cameron Diaz y Leslie Mann desplieguen matices interesantes con audacia, tanto verbal como físicamente. Por desgracia, sus esfuerzos son socavados debido al empleo inoportuno de la música que acompaña a las imágenes, así como los clichés chick-flick (la canción de “Girls Just Wanna Have Fun”, borracheras “inolvidables”, amistades que durarán por siempre y muchos zapatos y vestidos de mujer) en un filme que comienza como una fantasía romántica para pasar a una comedia de venganza –llena de referencias escatológicas– hasta convertirse en un cuento moralizante y un drama de empoderamiento femenino, aniquilando así cualquier rumbo –si es que lo tenía– de la película dirigida por Nick Cassavetes (The Notebook, 2004; My Sister's Keeper, 2009).
LFG (@luisfer_crimi)