Tierra de cárteles (Cartel Land, 2015), del director estadounidense Matthew Heineman (Escape Fire: The Fight to Rescue American Healthcare, 2012), presenta una versión de la situación de violencia y drogas en Michoacán, México. El filme sigue a dos personajes que combaten los cárteles mexicanos a ambos lados de la frontera: desde Michoacán, el Dr. José Mireles —líder de las autodefensas—, y desde Arizona, Tim Nailer Foley —un veterano de guerra estadounidense—. La película busca hacer un retrato de estos dos hombres que se mueven entre sus ideales y la realidad de sus acciones. Inicialmente, Heineman se centra en la construcción de dos historias paralelas. La primera es contada desde la perspectiva de Foley, quien encabeza a un grupo de patriotas estadounidenses, vigilantes que al principio patrullaban la frontera con el fin de detener a inmigrantes hispanos, pero ahora centran su atención en atrapar a integrantes de cárteles mexicanos. Sin embargo, el relato que pesa más en el filme es el de las autodefensas y el Dr. Mireles en Michoacán, lugar activo de la violencia entre narcotraficantes y ciudadanos civiles. Esta sería también la historia no contada detrás de José Mireles, un personaje que desde el 24 de febrero de 2013, fecha en que surgieron los grupos de autodefensas en el estado de Michoacán, específicamente en Tierra Caliente, la Meseta Purépecha y la Costa, se convirtió en una figura de referencia de estos grupos que luchan en contra del crimen organizado.
A través de entrevistas a los ciudadanos, a los integrantes de las autodefensas, a Mireles, a sus familiares e imágenes de archivo, el director escarba en los motivos de este líder y sus seguidores. A lo largo del documental, Mireles es presentado como un héroe caído rebasado por sus conflictos personales y endeble en sus principios morales. Al mismo tiempo, cuestiona las acciones de los pobladores que han tomado las armas. El cineasta bosqueja la complejidad de estas nuevas organizaciones poniendo de relieve la falla de los preceptos que en nombre de la justicia ejecutaban aquellos civiles. Expone las prácticas de tortura, acoso psicológico y extorsión a los lugareños por parte de algunos integrantes de las autodefensas. La policía comunitaria –bajo la investidura de milicia civil, adoptó las mismas técnicas de opresión que los cárteles michoacanos en sus Centros de Detención. Tierra de cárteles genera una reflexión: ¿ante el fracaso o la corrupción de un Estado, le corresponde a los ciudadanos resolver el problema por sí mismos? ¿Hasta qué punto se enfrentan activamente las fuerzas de la ley contra los grupos de narcotraficantes? O ¿qué pueden hacer los ciudadanos para combatir tanta violencia? Quizá lo único que no termina de quedar claro es la historia paralela de Foley, quien justifica su racismo bajo la fachada de una supuesta ideología, y la de Mireles. Las causas del primero parecen más motivadas por un delirio colectivo, los motivos del segundo una cuestión social, que involucra a familias de un Michoacán que viven bajo batallas callejeras, con un sentido más inmediato del peligro.
Fecha de estreno en México: 3 de julio
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