Fawn, una amigable, divertida y extrovertida hada, amante de los animales y la naturaleza, considera que no puedes juzgar un libro por su cubierta o a un animal por sus colmillos. Sus ideales sobre la percepción, los prejuicios y las apariencias, la motivan a, sin ningún temor, acercarse y hacerse amiga de un mítico y temido monstruo del país de Nunca Jamás. No obstante, en la colorida aldea Pixie Hollow, las demás hadas están convencidas de que la bestia es una amenaza de destrucción y muerte, y están dispuestas a alejar a la criatura de su territorio. Aunque el monstruo es una figura intimidante, Fawn buscará que el resto de su comunidad perciba su bondad y amabilidad.
Tinker Bell y la bestia de Nunca Jamás (2014) es el séptimo largometraje de la serie Tinker Bell –personaje retomado de la obra Peter y Wendy de J.M. Barrie–, sin embargo, la popular hada de disfraz verde juega un papel secundario en este filme. Fawn, la heroína y protagonista del relato, es un personaje diseñado con soltura y mucho más independiente que la mayoría de las princesas de Disney; eso le permite constituir una declaración contundente que recupera la tradición de La bella y la bestia para recordar el viejo adagio de que las apariencias engañan. Es un filme que irradia alegría y, aunque Tinker Bell y sus amigas parecen productos recién salidos de una fábrica de Barbie, recupera los valores de la tolerancia y la diversidad. Predominan los colores iridiscentes y llamativos, llenos de polvo de estrellas y con suficiente brío audiovisual para mantener la atención de los espectadores. El artilugio del 3D captura a los más pequeños, pero la historia –un relato que funcionaría mejor como cortometraje– se extiende cayendo en un tono innecesario de sensiblería.
LFG (@luisfer_crimi)
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Fecha de estreno en México: 16 de enero, 2015.