Aquí puedes escuchar el soundtrack de ¿Qué culpa tiene el niño?
Clara (Karla Souza) es una guapa, simpática y dedicada ginecóloga mexicana que trabaja en Los Angeles, gusta de emborracharse y se acuesta con el mejor (o el menos malo) postor, cuando se ofrece. Su hermana, Abby (Tiaré Escanda), está casada con un norteamericano con el que tiene un hijo. Pronto es claro, para ellos y para todos (público incluido), que Clara ya se está ‘quedando’ y, pues, eh, eso no puede ser; no si eres una chica como ella. Lo peor es que se acerca la boda de sus padres (Alejandro Camacho y Patricia Bernal), que aunque llevan casi cuarenta años juntos, apenas se animaron a formalizarlo, con ceremonia religiosa y toda la cosa, del otro lado de la frontera, en México. Y, ni modo que Clara vaya sola, ¿no? Manos a la obra. A conseguir un buen mozo que la acompañe y, quizá, hasta terminen enamorándose. Y rápido aparece Asher (Ben O’Toole), un bonachón médico australiano que labora en el mismo hospital que ella. Tras la indecisión inicial, Clara decide llevar a Asher como su pareja a la boda. Y todo va caminando tersamente, encariñamiento de por medio incluido, cuando…chín, se aparece Daniel (Chema Yazpik), el galán con el que, Claramente, Clara guarda una historia, de ésas cuyos ecos perduran. Entre el ‘de tín-marín…’, la ponderación de virtudes y defectos de los concursantes (físicos, espirituales, sexuales, etc.), la presión familiar (Daniel es muy amigo de la mamá), y las propias dudas existenciales de Clara, se juegan tres destinos que dependen del veredicto de Clara…aparentemente.
Catalina Aguilar Mastretta debutó hace dos años con Las horas contigo, un drama intimista, muy personal y promisorio. En un salto audaz, eligió ahora probar suerte en los terrenos de la comedia romántica con Todos queremos a alguien (que también escribe) pero, lamentablemente, lo hizo sin preservar esa audacia con que acometió la decisión primera. Es cierto que al ser una mujer quien dirige esta película que sigue la tendencia que ha proliferado en México de cintas con mujeres guapas e inteligentes en sus treinta, solteras, independientes, empoderadas, pero insatisfechas, la propuesta se presenta un poco más fiel al auténtico sentir y pensar de las damas (generalmente retratadas desde el punto de vista de hombres, y de unos con otros de su especie comprando boletos en mente): Clara no tiene que verse hermosa y sexy hasta cuando se acaba de despertar (aunque un poco sí), por ejemplo; o el hecho de que se interese genuinamente por, en este caso, la vida de sus pacientes. Pero lo cierto es que las convenciones del género tomadas como receta de cocina, y las de la versión ‘tropicalizada’ de éste, terminan aplastando las buenas intenciones de la directora. Desde la ya agotada e infaltable, secuencia de karaoke, en la que la protagonista borracha canta terriblemente desafinada (que viene desde Bridget Jones y a la que pasan los años, las películas, y no se le añade nada novedoso), hasta la no menos socorrida en la que la chica despierta crudísima junto a un galán a quien no recuerda bien y del que no quiere saber más, o el momento de epifanía en que se da cuenta que la está regando, los intentos de Catalina por inyectar algo de profundidad en la historia y en los temas que aborda terminan avasallados por la inercia de los patrones por cumplir. La película tiene ritmo, algún buen chiste y algún buen momento, pero la mayor parte de la historia se experimenta como deja-vú. Y el tipo de empoderamiento femenino que propone no deja de ser como de hombre a la inversa (la mujer, inmadura, confundida y atormentada, que juega con los sentimientos de dos hombres). La presencia de Karla Souza y su talento para los cambios de tonos y sus matices, ayudan a que la película aspire, cuando menos, a resultar entretenida.
AFD
Fecha de estreno en México: 10 de febrero, 2017.