Winfried (Peter Simonischek) es un hombre desordenado y aficionado de las bromas y los chistes; a pesar de recurrir a un par de dientes postizos, una peluca y un suministro de maquillaje, él nunca se siente en ridículo y se mueve a un ritmo diferente –mucho más relajado– de las personas que lo rodean. Su hija, Ines (Sandra Hüller), vive en un mundo –literal y figurativo– completamente distinto; ella es ordenada, orientada a su trabajo, comprometida con su carrera y no está dispuesta a ofrecer una mínima sugerencia de una sonrisa, excepto cuando finge interés en las vacuas vidas de sus compañeros de trabajo, una exitosa empresa alemana establecida en Bucarest.
Toni Erdmann (2016) tiene la capacidad de mutar de género a lo largo de su extensa duración –casi tres horas–; lo que en apariencia es un melodrama familiar se transforma en una tragedia existencial y posteriormente en una ácida comedia, aunque detrás de cada risa y broma se esconden atisbos de nostalgia. En un primer acercamiento, los protagonistas resultan un tanto desagradables: el padre bromista incapaz de ponerse serio en situaciones que así lo exigen, y la hija ocupada e inmersa en el trabajo que finge importantes llamadas telefónicas para escapar de las reuniones familiares y despertar la admiración de los demás. Pero el guion poco a poco revela los alcances de sus personalidades para ofrecer dos retratos mucho más completos e intrigantes. Peter Simonischek y Sandra Hüller realizan una mancuerna excepcional. Ambos interpretan a personajes que quieren aparentar lo que no son, y son inventivos al momento de generar discusiones y problemas entre ellos. Cuando están frente a frente no se percibe una química particularmente brillante, precisamente porque padre e hija no están acostumbrados a pasar tiempo juntos y esa sensación de malestar entre los personajes resplandece debido a las actuaciones. La directora y guionista alemana, Maren Ade, posee una habilidad perspicaz, compasiva, humanista, ingeniosa, sombría y cómica para elaborar una deliciosa crítica –tanto incómoda como divertida– sobre el sinsentido de la vida moderna, la distancia y la frialdad que existe en una relación padre-hija al mismo tiempo que muestra el brutal dominio que las empresas ejercen sobre el ser humano.
Fecha de estreno en México: 24 de febrero, 2017.
Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional