Mary (Mary Adler) tiene el don de la genialidad en las matemáticas, que le viene del lado materno, de por lo menos dos generaciones atrás; tiene, además, 7 años, una madre difunta y un tío, Frank (Chris Evans), que la hace de padre. En su primer día de clases no puede ocultar ni su inteligencia, ni su diferencia, ni su determinación. Y ese comportamiento a lo largo de los días pone la idea de Frank de criar a Mary como una niña normal, contra las cuerdas, pues su abuela (Lindsay Duncan) regresa del pasado para pelear por la custodia de la niña. Quiere educarla como la genio que es, pero a la vez alejarla por completo de los ambientes que no sean académicos. Adiós al desorden, a los parques y a la posibilidad de tener amigos.
El final de este drama familiar con todo y juicio con declaraciones dolorosas sobre el pasado, ya te lo puedes imaginar, no tiene nada de sorpresivo. Mientras tanto, la cámara se la gana Mary Adler, la niña de ojos de cachorro que sabe poner cara de malota cuando algo no le gusta, cantar a todo pulmón para divertirse y fijar ojos tristes cuando le apachurran el corazón. Pero el resto es un melodrama estruja estómagos con vueltas de tuerca “ad nauseam” (eso es un chiste sacado de la película). Los últimos 15 minutos solo se distinguen de una historia de Mujer casos de la vida real por el inglés y los mejores valores de producción.
Fecha de estreno en México: 14 de julio, 2017.
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