Ve aquí el detrás de cámaras de Un gran dinosaurio
En su primer largometraje animado, el director, Peter Sohn, nos muestra el viaje que debe recorrer Arlo, un apatosaurio de once años, para regresar a casa después de ser arrastrado por un río. A cientos de kilómetros lejos de las Montañas Colmillo, su travesía se complica cuando se encuentra frente a frente con terribles depredadores, tormentas y sus propios miedos; todo en compañía de su singular mascota, un niño humano llamado Spot.
Como en muchos de los filmes de Pixar, Un gran dinosaurio hace referencia a experiencias de la vida real de sus creadores. Por ejemplo, Arlo, el temeroso dinosaurio, está inspirado en uno de los aspectos de la personalidad del propio director, el estadounidense Sohn, quien desde pequeño tuvo muchos problemas de autoaceptación por su ascendencia koreana y que se declaró encantado por los dinosaurios después de una visita al Museo Americano de Historia Natural, cuando era niño. Usando una nueva técnica de animación en la que se tomaron los datos del Servicio Geológico de los Estados Unidos como base para diseñar el entorno, las tomas abiertas de las montañas, ríos y otros puntos geográficos se integran hábilmente en el mundo de la animación en este western al luminoso estilo de Heaven’s Gate (Michael Cimino, 1980), creando escenarios increíblemente detallados e inmensos que ayudan al espectador a sentir empatía por Arlo y experimentar el mismo temor y desamparo. El principal atractivo de la película son esos paisajes fotorrealistas que rodean a los personajes, lo que la hace visualmente fascinante. Aunque cuenta con secuencias que la distinguen de otros lanzamientos –la agresividad de Spot, las intensas tormentas y las escenas de muerte que le dieron una clasificación PG (sugiere la compañía de un adulto para los menores de 10 años)–, la trama retoma elementos narrativos de algunos clásicos de Disney, siendo los más evidentes El Rey León (The Lion King, 1994) y El libro de la selva (The Jungle Book, 1967) y Bambi (Bambi, 1942), en lo que se refiere a la relación padre e hijo, y a los retos que debe afrontar el joven protagonista en su paso hacia la madurez. A pesar de los momentos enternecedores que muestran la conexión entre el niño y su mascota, la película no desarrolla del todo los puntos con más potencial, dejando escapar instantes prometedores como la escena surrealista entre Arlo y Spot –que nos recuerda a la experiencia psicotrópica con los elefantes rosas en Dumbo (Dumbo, 1941).
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Fecha de estreno en México: 27 de noviembre, 2015.