En el pasado, Gerard (Gerard Depardieu) e Isabelle (Isabelle Huppert) estuvieron casados y vivían con su hijo Michael, pero se divorciaron rápidamente. Años más tarde, su distanciado hijo tomó la decisión de suicidarse, pero les deja una carta dándoles instrucciones precisas para que se reúnan en el Valle de la Muerte (ubicado en California) y comiencen un itinerario que terminará en un sitio específico donde Michael les promete que volverá a aparecer. Ellos se muestran serenos y diligentes al inicio del trayecto, pero sus viejas rencillas, diferencias y discusiones emergen nuevamente.

El cineasta francés, Guillaume Nicloux (El secuestro de Michel Houellebecq, 2014), ofrece una continua confrontación de dos personas que deben asumir la pérdida de un hijo. Destacan las dosis de dolor y luto, cuyas escenas íntimas, momentos de privacidad y fragilidad, son finamente desarrolladas al interior de una puesta en escena minimalista que le saca provecho a la austeridad y los colores del paisaje desértico. Desde el inicio del filme se percibe la importancia del lugar en el que se desarrolla la historia; una mezcla de emociones suspendida entre las condiciones climáticas extremas, la muerte del hijo y el amor que sentía por sus padres. El magnetismo que ejerce el Valle de la Muerte sobre los personajes –con reminiscencias a  Zabriskie Point (1970) de Michelangelo Antonioni– se debe al sofocante calor que crea una atmósfera evanescente perfectamente controlada por el misterioso presagio anunciado en la carta del hijo. En el trayecto, los protagonistas se redescubren a sí mismos para comprender los aciertos y errores que cometieron con Michael. La tensión es elegantemente generada a partir de la manera en que se confrontan una mujer inclinada hacia la espiritualidad y un hombre incrédulo con los pies en la tierra. El coqueteo con los elementos paranormales se ejecuta con maestría y por fortuna el guión logra superar la inverosimilitud, sin embargo hace falta una explicación contundente para que el espectador pueda sumergirse en un relato intrigante que aspira demasiado a convertirse en una obra mística, pero sin lograrlo. Mientras los padres tienen la expectativa de la resurrección del hijo, los espectadores tienen la esperanza de algún cambio de ritmo que supere las discusiones repetitivas que mantienen los personajes. Después de trabajar juntos en Loulou (Maurice Pialat, 1980), Un lugar para decir adiós (Valley of Love, 2015) brinda la oportunidad de ver nuevamente a dos “monstruos” ​​del cine francés cara a cara en un sobresaliente duelo de actuación donde ambos conectan a la perfección con sus personajes. Isabelle Huppert destaca en las escenas dramáticas, principalmente durante la lectura de la carta de despedida del hijo. Mientras que Gerard Depardieu oscila entre la aparente insensibilidad y la dulzura repentina. Ambos llevan sobre sus hombros una película que, en última instancia, pretende cuestionar las posturas, creencias, dudas y certezas que el ser humano cree y construye en relación al tema de la muerte.

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Fecha de estreno en México: 22 de julio, 2016.