Lee aquí nuestra reseña de Una final de familia
Daniel Sánchez Arévalo (Azuloscurocasinegro, 2006) recrea las 24 horas correspondientes a la boda del hermano menor de una familia española numerosa y (poco) funcional. Una ceremonia que coincide en fecha y tiempo real con la final de la Copa Mundial Sudáfrica 2010 —evento mágico para España, en un año signado por la crisis bancaria, consecuencia de la crisis inmobiliaria de 2008 (año de la Gran Recesión) y la vida campestre lucía menos peligrosa para el bolsillo que los hábitos urbanos. La comedia, agridulce por momentos pero almibarada en exceso durante su remate, está ambientada en un pueblo madrileño, y tiene como función tomar una radiografía alegórica de la sociedad española en tiempos difíciles anímicamente y holgados en fiesta: mientras el país vive una catarsis colectiva gracias al deporte, el clan debe hacer frente a problemas internos derivados de rivalidades entre hermanos y hermanas, relaciones disfuncionales, problemas cardiacos, depresiones interminables y hasta tetas postizas ansiosas por ser estrenadas.
Efraín (Patrick Criado) es el joven de 18 años y hermano menor del clan –conformado por cinco hermanos y un padre sexagenario (Héctor Colomé)–, cuya misión es desposar a Carla (Arantxa Martí), una adolescente de 17 –su novia desde la infancia –y ahora, evidentemente, embarazada. El patriarca, amoroso, donoso y por momentos melancólico, padece una enfermedad del corazón. El malestar se le agudizó tras del abandono de su esposa ocho años atrás. No ha encontrado ninguna mejor ocasión para reunir a sus hijos que el bodorrio en turno. Como detalle, hay que destacar el guiño de comedia al que acude el director: todos los hijos tienen nombres bíblicos y en orden alfabético: Adán, Benjamín, Caleb, Daniel y Efraín, en claro homenaje a Seven Brides for Seven Brothers (1954) de Stanley Donen. La justificación: ésta fue la primera película que él y la madre de sus hijos vieron en su primera cita. En el variopinto clan hay un depresivo, Adán (Antonio de la Torre), el hermano mayor; Benjamín (Roberto Álamo) tiene discapacidad intelectual; Caleb (Quim Gutiérrez), es un médico que regresa de Kenia tras dos años como voluntario; Daniel (Miquel Fernández), el treintañero con problemas de autoestima y que vive bajo la sombra de Caleb, quien es al mismo tiempo su héroe de la infancia; y por último Efraín, el novio, un adolescente a punto de la madurez que necesita poner en orden sus emociones y sus ideas.
VSM (@SofiaSanmarin)