Gary King (Simon Pegg) es un alcohólico cuarentón que busca revivir las viejas hazañas de cuando era joven. Para ello, reúne a sus viejos amigos Andy (Nick Frost), Steven (Paddy Considine), Peter (Eddie Marsan) y Oliver (Martin Freeman); los convence para regresar a Newton Haven, su pueblo natal, e intentar lo que no consiguieron de jóvenes: beber cerveza en doce pubs distintos durante una noche. La misión se convertirá en toda una odisea llena de elementos fantásticos y de ciencia-ficción, donde los adultos deberán recordar sus antiguos lazos de amistad para confrontar a los adversarios que invadirán el planeta durante esa noche.

Con el tono ácido que le imprime a sus comedias (Shaun of the Dead, 2004; Hot Fuzz, 2007) el realizador británico Edgar Wright crea una jovial y entretenida atmósfera sobre la decepción que sienten los exitosos profesionistas al ver su pueblo natal estancado, la necesidad de volver al lugar de la juventud y la desilusión que eso conlleva. La nostalgia de los adultos al verse imposibilitados de vivir nuevamente como jóvenes, porque al hacerlo, se verán ridículos o incapaces. Aunado a ello, Wright ofrece una amarga lección sobre la condición humana, el fracaso y el fin del mundo. Pero no le basta una simple crónica de los hechos, sino que entiende que el cine brinda la capacidad de imaginar escenarios delirantes que ante la crueldad del fracaso y la frustración propone una salida amable.

LFG (@luisfer_crimi)

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