A la edad de 28 años, Robin Cavendish (Andrew Garfield) quedó paralizado desde el cuello hacia abajo. Con solo unos meses de vida y un respirador conectado al cuerpo, superó todas las expectativas y se convirtió en un defensor incansable de las personas discapacitadas, organizando los primeros registros del número de pacientes en Gran Bretaña y ayudando a desarrollar numerosos dispositivos para proporcionar independencia a las personas paralizadas.
Una razón para vivir (Breathe, 2017), debut como director del actor británico Andy Serkis (conocido por interpretar a Gollum y Caesar mediante la captura de movimiento en las sagas The Lord of the Rings y The Planet of the Apes), aborda apresuradamente en unos pocos minutos el noviazgo y matrimonio de Cavendish y su leal esposa Diana (Claire Foy), confiando demasiado en que el espectador rápidamente se identificará con el amor y la dedicación mutua de la pareja. El ojo fino del cinefotógrafo Robert Richardson (Inglourious Basterds, 2009) y el impecable diseño de producción de James Merifield (The Deep Blue Sea, 2011) trabajan en armonía para capturar los paisajes y escenarios y crear una visión de la vida inglesa del siglo XX, repleta de nostalgia y privilegio. Serkis rápidamente lleva al relato hacia el punto crucial: Cavendish confinado a su cama de hospital, inmóvil y mudo. Al principio, él parece irremediablemente deprimido. Incapaz incluso de hablar y sin motivos para vivir, no puede ni siquiera mirar a Diana y a su hijo pequeño. Pero es el coraje y decisión de la joven, quien se niega a darse por vencida y comienza a prepararse para transportar a su marido a casa sabiendo que esto puede llevarlo a la muerte. Foy ofrece una extraordinaria interpretación, elevando su postura con reserva estoica mientras que el amor por su marido crece con muchos aspavientos. Garfield, por su parte, parece disfrutar del desafío de interpretar su papel utilizando únicamente su rostro; él mantiene una personalidad encantadora a través de cejas juguetonas, ojos melancólicos y sonrisas. Cualquier espectador familiarizado con las biopics, podrá detectar rápidamente la forma y la dirección de la historia de Breathe. Conforme el relato avanza se vuelven más obvias las intenciones de los realizadores: que el público entienda que no hay forma de que Cavendish pueda sobrevivir sin Diana, incluso hay una insistencia en el lema “con su amor, él vivió”. En ese sentido, Serkis cae en los baches predecibles de la fórmula de estos relatos de superación y tiene dificultades para ofrecer nuevas estrategias –tanto visuales como narrativas– para salirse del rígido guion de William Nicholson (Les Misérables, 2012).
Fecha de estreno en México: 2 de noviembre, 2017.