Julián (Ricardo Darín), un actor de teatro que padece un cáncer incurable, recibe la inesperada visita de un viejo amigo llamado Tomás (Javier Cámara), un hombre que viaja de Montreal a Madrid con la intención de ayudarlo a ordenar su vida debido a que el primero decide suspender todo tratamiento de quimioterapia para esperar con calma y tranquilidad su muerte. Entre los dos hay un antiguo y profundo vínculo de hermandad y complicidad. Tomás espera que, a través de este cariño, Julián tome las decisiones correctas, entre ellas, cómo darle la noticia a su hijo que vive en Ámsterdam.
En Una sonrisa a la vida (Truman, 2015), el realizador catalán, Cesc Gay (En la ciudad, 2003; Una pistola en cada mano, 2012), confecciona a su protagonista, Julián, como un hombre que siente una gran pasión por la vida, pero que de manera realista analiza su situación y su cercanía con la muerte; él sabe que su partida implica un duro proceso de luto para los que se quedan, y en este sentido busca modos alternos para que los otros no lo vean sufrir, incluso ocultándoles su verdadera condición. El título original, Truman, hace referencia al perro de Julián, quien a lo largo del relato está preocupado por encontrar un nuevo hogar para la mascota. Esta situación ofrece una metáfora un tanto forzada sobre el tema de la pérdida y la preocupación que siente el que se va por aquellos que se quedan. Ricardo Darín (El secreto de sus ojos, 2009) y Javier Cámara (Hable con ella, 2002) –el argentino y el español son dos talentosos actores con reconocidas trayectorias en sus respectivos países– comparten una capacidad para transitar de manera suave y elocuente del drama a la comedia. Aunque la introducción de una subtrama innecesaria –la relación pasajera y artificial que surge entre Tomás y Paula (Dolores Fonzi), prima de Julián– que poco aporta a la problemática central, el reflexivo y observador guión de Gay y Tomàs Aragay permite que, de manera espontánea, surjan momentos de humor agridulce que hacen ver a los personajes como seres humanos complejos. El protagonista experimenta con sensibilidad y tacto la muerte inminente; ésta se convierte en la motivación para volver a conectar con la vida y reparar los errores del pasado antes de que sea demasiado tarde. El guión evita caer en el sentimentalismo, pero a menudo la atmósfera es afectada por una serie de diálogos pseudofilosóficos que no embonan con el actuar y sentir cotidiano de los personajes. Además, en ese intento por no ingresar en los terrenos de la sensiblería, el director recurre constantemente a primeros planos de personajes masculinos que reprimen su llanto y no hacen frente a sus traumas emocionales. En última instancia, Una sonrisa a la vida es un filme que desarrolla con delicadeza las dinámicas de una honesta y cariñosa relación de amistad, pero no logra cavar en las profundidades de la angustia humana cuando se está a un paso de la muerte.
Fecha de estreno en México: 8 de abril, 2016.