Lee aquí nuestra reseña de Vamos a jugar al infierno.
Basada en un guión escrito por el propio Shion Sono hace 20 años, al que no hizo ningún tipo de correción, Why Don’t We Play In Hell? es un pastiche de múltiples narrativas, a cargo de un abanico de eclécticos personajes y un puñado de sangrientas masacres. Un grupo de jóvenes cineastas wannabe buscan filmar una película absolutamente “sincera” que se convierta en una “obra maestra”; una exactriz de anuncios publicitarios y, ahora, heroína adolescente, quiere vengar su pasado; está también un grupo de yakuzas japoneses y un padre poderoso; los conflictos individuales de éstos, devienen en una narrativa más amplia que se centra agudamente en la noción de un "cine dentro del cine", recurso metalingüístico que Sono aprovecha para evocar a John Carpenter, a Quentin Tarantino, a Giuseppe Tornatore (Cinema Paradiso, 1988), al cine de Yakuzas y con el que, también, evoca al letal Bruce Lee, con todo y su icónico traje amarrillo con franjas negras en los costados.
Why Don’t We Play In Hell? es un espectáculo violento que reemplaza con su vertiginosa hechura, cualquier intento de estructura narrativa, ya que su absurdo es su única consistencia y, además, su razón de existir. Si bien Sono se aleja del sentido humano explorado en cintas anteriores como Land of Hope o Love Exposure, el director japonés deja en claro su destreza para fusionar una amplia variedad de géneros de forma hilarante para homenajear al cine.
JAR (@franzkie_)
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