En su más reciente documental, Vaquero del mediodía (2019), el periodista, reportero, escritor y cineasta Diego Enrique Osorno emprende la búsqueda constante y apasionada de su amigo Samuel Noyola, poeta mexicano nacido en 1964 y desaparecido desde 2009. A partir de una amplia recopilación y exhibición de entrevistas con familiares, amigos y colegas, Osorno trata de seguir las pistas oportunas para poder ubicar a aquel enigmático artista, al mismo tiempo que se ofrecen reflexiones y aproximaciones a su obra escrita, sus ideales estéticos y su filosofía de vida. Bohemio, nómada, vagabundo, protegido de Octavio Paz, guerrillero y revolucionario sandinista, el brillo de la poesía de Noyola es una carrera fugaz, pero con una lucidez admirable. La sonoridad de los versos recitados por sus exparejas y gente de la calle recompensan sus pasos ausentes, su alma meditabunda y su cuerpo desaparecido que es recuperado momentáneamente en fotografías. A veces desdeñoso e imprudente, siempre despreocupado y franco, su obra Tequila con calavera encapsula su interés en la muerte y la fiesta, en la catástrofe y en la diversión, una dualidad que siempre lo sedujo. Él mismo, como poeta, confeccionó su propia imagen: recurrió a los elementos de la iconografía norteña –botas, mezclilla y una hebilla que sobresale del cinturón, sombrero– para, al igual que Joe Buck, el vaquero de medianoche literario de James Leo Herlihy, atender el llamado para convertirse en investigador radical de la vida, en aquel sujeto que debe estar en constante movimiento para hallarse a sí mismo en la inmensidad del universo. Vaquero del mediodía es una rigurosa investigación periodística -búsqueda, selección, organización, interpretación y análisis de la información- que permite vislumbrar la formación y experiencia de Osorno. Sin embargo, no sólo se trata de un trabajo periodístico o un registro audiovisual, sino que estamos frente a un filme intimista; de manera constante -pero no exagerada- desfilan ante nuestros ojos algunos versos que se superponen a las imágenes para ilustrar –desprovisto de cualquier tipo de didactismo– los flujos de las creaciones poéticas y composiciones literarias de Noyola, evidenciando que el director se apoya de los elementos esenciales del lenguaje cinematográfico –ritmo, montaje, sonido– y del estupendo trabajo de la cinefotógrafa María Secco –que, por ejemplo, captura con ímpetu la soledad de las calles nocturnas habitadas por aquellos que mejor comprenden el estado de ánimo de Noyola, o se apoya en una paleta de tonalidades frías para acompañar la bruma grisácea que rodea la tristeza del hermano de Samuel– para dotar de intensidad dramática la peculiar historia de un poeta desaparecido.
Disponible a partir de noviembre de 2020 en la plataforma Netflix.