Davey Armstrong (Graham Verchere) recorre en su bicicleta las tranquilas calles del pueblo de Ipswich, Massachusetts. Las vacaciones de verano le permiten trabajar por las mañanas repartiendo el periódico en el vecindario y jugar por las tardes Man-Hunt –caza de hombres, una variación del juego de las escondidas- con sus amigos: Tommy “Eats” (Judah Lewis), Woody (Caleb Emery) y Farraday (Cory Gruter-Andrew). Al anochecer, los amigos se reúnen en la casa del árbol de Eats para ver revistas para adultos y hablar de las chicas que les gustan. Cuando la conversación vira hacia la desaparición de varios jóvenes en el área de Cabo May, todos ríen excepto Davey, quien obsesionado con los enigmas –la pared de su recámara está tapizada con los recortes de misterios sin resolver que aparecen en el periódico- intenta descubrir si el asesino puede estar viviendo cerca de ellos. A través de las noticias se hace evidente la incapacidad de la policía local para atrapar al sujeto, por lo que Davey comienza a tomar con mayor seriedad su propia investigación sobre el posible asesino. Después de observar con detenimiento el comportamiento de su vecino Mackey (Rich Sommer) -un afable y bonachón policía- el chico convence a su grupo de amigos para que investiguen, a partir de su juego de cacería, si él es el culpable de la desaparición de más de 13 adolescentes.

Verano del 84 (Summer of 84, 2018) retoma la nostalgia de la década de los ochenta que tanto funcionó para It de Andy Muschietti, Super 8 de J.J. Abrams y la producción de Netflix, Stranger Things, para contar no una historia sobre seres de otros mundos u otras dimensiones, sino la de un asesino que puede encontrarse en la casa de al lado. Francois Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell (Turbo Kid, 2015) dirigen un filme de suspenso que busca hacerse un espacio en ese pequeño nicho que se ha construido sobre lo ‘retro’ a partir de referencias a películas clásicas como Rear Window (1954) o Night of the Living Dead (1968) y a filmes de terror de culto como Fright Night (1985) o The Lost Boys (1987), así como a objetos, personajes políticos y películas de moda sobre las que se hablaba en la década. El diseño de producción del filme, a cargo de Justin Ludwig (Another WolfCop, 2017), es uno de los elementos que muestra mayor cuidado en su confección; los afiches, las playeras, los tenis, la ropa y los cortes de cabello obedecen a ese espacio y a ese tiempo, por lo que la inmersión en la historia se vuelve muy sencilla. Tal cómo en algunas de las películas de serie B que abundaron en los ochenta, el guion realizado por Matt Leslie y Stephen J. Smith deja mucho que desear al no desarrollar a los personajes, partiendo de estereotipos como el nerd (Farraday), el problemático (Eats), el niño gordo (Woody) y el héroe (Davey), y no darles sustancia detrás de la etiqueta asignada. Cuando la mayor parte de la trama sucede alrededor del grupo de amigos, es difícil no cuestionarse sobre aquello que pasa en sus vidas, pero rara vez son retratados los problemas que ocurren lejos de su búsqueda por el asesino, y cuando salen a flote, carecen de sentido. Al igual que en su primer largometraje, los directores usan nuevamente al trío compuesto por Jean-Philippe Bernier, Jean-Nicolas Leupi y le Matos para crear una atmósfera de suspenso envolvente, que hace uso de los sintetizadores para formar una banda sonora que se inserta adecuadamente en cada una de las escenas. Verano del 84 toma el amor por una década sin lograr darle un aspecto único, refugiándose simplemente en la añoranza de un mundo que a la distancia suena mucho menos complejo que el de la actualidad.

Fecha de estreno en México: 21 de septiembre, 2018.

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