Meinhard (Meinhard Neumann) es un alemán que se dedica a la construcción. Él, junto con un grupo de trabajadores, es contratado para construir una planta de energía hidroeléctrica en Bulgaria –justo en la frontera entre esta nación y Grecia-. A pesar del esfuerzo que los hombres realizan por avanzar en el proyecto, el material de trabajo incompleto los obliga a detener la obra y esperar. Entre los germanos que componen el grupo se encuentra Vincent (Reinhardt Wetrek), que ostenta el cargo de líder, sin embargo, a medida que los días pasan, Meinhard gana el respeto del equipo, mientras que Vincent lo va perdiendo, sobre todo después del incidente que ocurre dentro de un lago cercano, donde el hombre –en un torpe intento de conquistar a una mujer y mostrar su hombría frente a sus compañeros- acosa a Vyara (Vyara Borisova). La conducta de Vincent no sólo es reprobada por el resto del personal, sino que el rumor se extiende hasta el poblado más cercano –de donde es originaria la mujer- junto con el miedo de los lugareños de quedarse sin abasto de agua -debido a las modificaciones que los trabajadores han realizado-. Pese a las circunstancias que lo obligan a mantener una respetuosa distancia con las personas de la región, Meinhard conduce un caballo blanco -que ha encontrado cerca de la construcción- hasta el pueblo, consiguiendo que los residentes conversen con él. Adrián (Syuleyman Alilov Lefitov), el dueño del animal, mantiene una postura cordial hacia el forastero, regalándole el corcel y haciéndolo partícipe de las charlas que suceden en el lugar, pese a las diferencias idiomáticas -ellos hablan búlgaro; él, alemán-. Cuando Vincent se percata de las relaciones que los habitantes han construido con su compañero de trabajo, el hombre comenzará a sabotear aquellos puentes de entendimiento que surgieron entre Meinhard y los miembros de la comunidad.
A pesar del nombre que la cineasta Valeska Grisebach (Mein Stern, 2001; Sehnsucht, 2006) elige para su película, Western: la ley del más fuerte (Western, 2017) no sucede en el viejo oeste de Estados Unidos ni al oeste de Alemania, sino en Bulgaria en la época actual. Pero no hay un sinsentido en llamar así a su filme, pues tal como las cualidades del género indican, aquí también existe la imagen del foráneo que llega a cambiar las cosas en el pequeño poblado. La figura extranjera está representada por los alemanes, hombres cuyos antepasados invadieron a la nación emergente durante la Segunda Guerra Mundial; este hecho permanece en la memoria de los habitantes, quienes hacen referencia a ese periodo histórico en una conversación con Meinhard. De igual forma, la entrada del hombre al pueblo con un caballo blanco es una fuerte reminiscencia al cine de John Ford (Stagecoach, 1939; The Quiet Man, 1952), quien simboliza a los jinetes bondadosos con corceles albinos y a los villanos con equinos negros. Pero en el trabajo de Grisebach no se marca de manera tangencial la bondad y la maldad, sino que expone el choque de una nación capitalista y de un país que poco a poco se recupera del sistema socialista. La directora retrata la intrusión del liberalismo económico como un suceso que viene inherentemente con la modernidad, pero dota a algunos de sus personajes con rasgos xenofóbicos, haciendo que incluso icen su bandera en territorio ajeno, como si la introducción de nueva infraestructura fuese parte de su propia conquista. El guion, realizado también por Grisebach, explora la psique masculina, la soledad y una silenciosa –aunque latente- lucha de egos. Si bien el argumento parece dirigirse hacia una tragedia imposible de evitar, la realizadora nos aleja de las expectativas y nos brinda una nueva perspectiva de lo que ocurre cuando se genera una discordancia entre dos países. Empero, incluso frente al desacuerdo, Western: la ley del más fuerte propone la creación de un vínculo que nace del malentendido, cuando dos personas, logran comunicarse a pesar de no poseer el mismo idioma.
Fecha de estreno en México: 7 de septiembre, 2018.
Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional