Una noche, a principios del siglo XX en Nueva York, un experto ladrón, Peter Lake (Colin Farrell), irrumpe en una mansión de Central Park y rápidamente se enamora de la mujer que toca el piano, Beverly Penn (Jessica Brown Findlay). Desafortunadamente, la joven padece tuberculosis y es amenazada por el mentor de Peter, Pearly Soames (Russell Crowe), un demonio en forma humana que habita la Tierra. En en un universo fantástico regido por la eterna lucha entre el bien y el mal, Peter desafiará las fuerzas demoniacas para salvar a su amada; sin embargo, Pearly hará uso de las fuerzas obscuras, encabezadas por Lucifer (Will Smith), para derrotar a Peter. Varios años después, en 2014, Peter Lake aparece nuevamente en Nueva York con una nueva misión, salvar la vida de una niña que padece cáncer.
Winter’s Tale, adaptación de la novela homónima de Mark Helprin y dirigido por Akiva Goldsman –guionista de A Beautiful Mind (2001), I, Robot (2004), The Da Vinci Code (2006)–, aspira a ser una historia de amor sobre la trascendencia, el destino y la unión con el universo. El carácter fantástico –en un mundo poblado de demonios, ángeles, pegasos, constelaciones y estrellas– nunca embona con sentimientos humanos reales. Por desgracia hay muy poca magia en este torpe intento de conjugar fantasía y realidad; el filme carece de la gracia e imaginación necesarias para hacer compatibles ambos universos. Los diálogos de los personajes reinciden en lo mismo –“la trascendencia de la vida humana alcanzará las estrellas”, “todos tenemos una misión en el universo”– y sólo son pronunciados, sin emoción ni matices, por los actores. Goldsman, en su debut como director, entierra la reputación literaria de la novela de Helprin.
LFG (@luisfer_crimi)