Lean aquí nuestra reseña de Workers
José Luis Valle dibuja una comedia negra que se contextualiza en el mundo laboral contemporáneo, a través de dos historias que se desarrollan de manera paralela. Se centra en dos trabajadores adultos residentes de Tijuana, que ejecutan labores que tienden a lo invisible. Rafael (Jesús Padilla) es conserje de un corporativo estadounidense de bombillas, y Lidia (Susana Salazar) es empleada doméstica de una señora acaudalada. Ambos son trabajadores, en el sentido tradicional de la palabra: empleados que ganan el sueldo mínimo y que laboran para jefes que perciben un salario mayor. Aunque ninguno es maltratado, física ni mentalmente, la relación con sus respectivos empleadores raya en el feudalismo –una práctica que pensábamos se había abandonado hace más de un siglo en el que personas de bajos recursos económicos son explotados por un jefe que no valora su trabajo ni paga un sueldo justo–. Rafael es un trabajador ejemplar para su empresa: nunca ha faltado, jamás se ha reportado enfermo. Su fidelidad incluso la demuestra fuera de su área laboral cuando lo vemos ocultar los focos de otra marca en una tienda por la que está de paso. Pero su dedicación se va por la borda cuando descubre que no tiene derecho a una pensión.
Lidia ha trabajado 30 años como doméstica para su jefa, una enferma terminal que dedica su día a día a Princesa, una perra galgo. Cuando la dueña de la casa fallece, hereda toda su riqueza al animal. Pero el testamento también especifica que si la perra muere por causas naturales, los trabajadores serán los herederos finales. Lo que da lugar a planes ingeniosos por parte de la servidumbre para matar al perro, sin dejar marcas de una muerte no natural. A su modo, solos y en silencio, Rafael y Lidia comenzarán una lucha cautelosa, a modo de venganza: él contra su empresa y ella contra el perro. Workers logra capturar el espíritu de aquellos que ejecutan las piezas más pequeñas en un mundo complejo, en el que sus esfuerzos no son recompensados, pero que merecen una oportunidad. Aunque por momentos la cinta adolece de una lentitud que merma su potencial, no deja de ofrecer un buen retrato de esos personajes solitarios que se mueven en las sombras. La cinta también se apoya en una estética naturalista y una fotografía de tonos cálidos que acentúan las emociones contenidas de los protagonistas.
VSM (@SofiaSanmarin)
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