Entrevista con
Entrevista: Sofía Ochoa
Fotgrafía y edición: Daniela Tena
A estas alturas, sobra decir que Año bisiesto es la ópera prima de Michael Rowe, que él es un australiano afincado en México —debutante en el cine, algo más experimentado en teatro—, que su filme ganó la Cámara de Oro en Cannes y que entre sus temas está el del sadomasoquismo. Así se anuncia este drama psicológico, en parte, quizás, porque lo demás se borda con detalles inefables. Una mirada que desprecia, una mentira al teléfono, un camino de hormigas en el borde de la ventana, una sopa Maruchan frente a la televisión, una envoltura de aluminio, burdos brochazos en la pared; cada trazo es sólo eso, esbozos de una atmósfera que se construye a fuerza de deseos, frustraciones y soledad.
La historia de cómo estos tres, el director y sus dos actores principales, se encontraron es en cambio algo más anecdótica. Rowe sabía desde un inicio que quería a Gustavo Sánchez Parra como actor principal. Un retraso en la fecha de filmación del proyecto hizo que sus agendas coincidieran. Sabía que elegiría a una actriz “con rasgos muy mexicanos”. Supo que ella sería Mónica del Carmen cuando, durante las pruebas, la contundencia de su actuación lo hizo llorar; esto sin saber que años atrás esta oaxaqueña había decidido estudiar actuación en el Distrito Federal gracias a las palabras alentadoras de un joven actor, tampoco podía imaginar que el joven actor era Gustavo.
La fuerza, pues, que durante años se ha forjado en el núcleo de los tres y acabó por atraerlos está hecha de coraje, valentía y ambición, “muchos huevos” como dice la expresión, “muchos ovarios” como dice la actriz.
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