Hace dos años, durante la primera edición del Festival Internacional de Cine de Panamá, tuve la oportunidad de conocer a dos jóvenes y talentosos realizadores peruanos, ambos presentando sus exitosas, bien logradas, cautivantes óperas primas: Rosario García-Montero, directora de Las malas intenciones, y Daniel Vega, codirector junto con su hermano, Diego, de Octubre (filme ganador del Premio del Jurado en la sección Un Certain Regard, en Cannes, en el 2010). Los dos filmes, bajo muy distintos estilos, miradas, acercamientos, tanto uno como el otro con gran calidad, permiten al espectador adentrarse en historias personales que al mismo tiempo nos dicen mucho de Perú.
Este 2014, en la tercera edición del mismo festival, de nuevo en la hermosa ciudad de Panamá, me he vuelto a encontrar con Daniel, un tipo afable, muy agradable, de buena conversación (quien por cierto vivió durante su adolescencia en la Ciudad de México), esta vez presentando El mudo, filme también realizado en codirección con su hermano, y que, como él dice, intenta entender qué significa el concepto de honestidad para los funcionarios públicos, un tema que definitivamente debe intrigar a los peruanos, tanto como a los mexicanos, los argentinos, los brasileños y el resto de los latinoamericanos, así como a todos los habitantes de cada país que conforma este planeta. "El mudo", protagonista de la película, era un juez recto hasta las cachas, hasta que decide no serlo más. Sobre lo ambiguo que puede resultar la honradez para quienes desde la función pública intentan ejercerla, a partir de ello lo caprichosa que es la justicia, la hipocresía con que solemos administrar juicios morales, y también cómo es que encontraron a Fernando Bacilio, su protagonista, nos platicó Daniel afuera del American Trade Hotel, en el corazón del Casco Viejo, en la ciudad de Panamá.
El mudo forma parte del Foro de la Cineteca.
AFD (@SirPon)