21 de octubre de 1958
San Sebastián, España
Entrevista: Fernando Moreno
Edición y fotografía: Daniela Tena
Descubrir a un cineasta es un proceso muy especial. Normalmente es un tanto caótico y, casi nunca, cronológico.
La primera película que vi de Julio Medem fue Los amantes del círculo polar por allá de 1998 y me dejó boquiabierto. La imagen final me marcó para siempre. Semejante director me hizo buscar en video los tres primeros largometrajes de este extraño personaje que pasó por la facultad de medicina y la crítica cinematográfica antes de dedicarse a hacer películas.
Revisar Vacas (1992), La ardilla roja (1993) y Tierra (1996) resultó un preámbulo perfecto para regresar entonces a su quinta película: Lucía y el sexo (2001).
Una particular elipsis me llevó hace unos días al mismo punto, a ese cuento con ventajas que propone Medem en pantalla donde regresó exactamente a la misma convención de espacio y tiempo. Doce años y tres largometrajes después de encontrarme con su estilo poderoso y único vuelvo a ver, proyectada en la Cineteca Nacional, la que considero su mejor película, Lucía y el sexo. Me sorprendo de nuevo. Me enamoro una vez más de Najwa Nimri, Elena Anaya y, muy especialmente, de una inmensa Paz Vega que llena con su belleza y sensualidad cada milímetro del plano. Me sumerjo en una historia llena de inteligencia y caminos bifurcados, de juegos del destino.
Al terminar la proyección concluyo que el buen cine, el que nos atrapa y conmueve nunca envejece ni pierde brillo con el tiempo.
24 horas después, estrecho la mano de Medem y, junto a Daniela Tena, lo entrevisto. Aquí les compartimos lo que nos dijo.
FM