Marzo 10, 1954
Awirs, Wallonia, Bélgica
Entrevista: Alfonso Flores-Durón y M. y Luis Fernando Galván
Cámara: Alfonso Flores-Durón y M.
Edición: Elizabeth Limón
Desde que los hermanos Dardenne irrumpieron en el escenario del cine de ficción hace más de 30 años (invitados de lujo frecuentes en el Festival de Cannes) dejaron claramente impresa su muy particular huella; un estilo fílmico que podia ser identificado de inmediato, con mucha infuencia de su pasado como documentalistas y su admiración por el cine realista de Ken Loach, pero con su propio sello. Un elemento fundamental, por ejemplo, es su tendencia a montar la cámara casi al hombro de sus protagonistas y seguirlos durante largos tramos de la historia, permitiéndonos ver lo que ellos ven casi desde su mismo ángulo , acercándonos a sentir algo cercano al dolor que las congojas y desdichas les están infligiendo.
Pareciera que, aunque se lo propusieran, a los cineastas belgas les sería imposible hacer una mala película. Rosetta, El hijo, El silencio de Lorna, Dos días, una noche...Todas tienen un nivel de calidad elevadísimo que trasciende su propuesta visual (por momento alguno podría pensar que se repiten demasiado en la forma en que abordan sus filmes) debido al detalle, al esmero, a la honestidad con que cuentan lo que cuentan. Su discurso es eminentemente social, posan su mirada en seres marginales, olvidados, maltratados, descartados; todos haciendo lo posible por sobrevivir el naufragio en que su vida (en el momento en que la historia se desarrolla) se está desenvolviendo, aparentemente en tiempo real. Y gran parte del éxito se debe a que lo hacen con enorme compasión pero, al mismo tiempo, sin complacencias ni sentimentalismos baratos. Su más reciente muestra, El joven Ahmed, tenía los espinosos ingredientes para flaquear ya sea víctimas de la autocensura por corrección política o por temor. Pero, por supuesto, no lo hicieron y el resultado es notable. Un filme poderoso, lleno de humanidad, y al mismo tiempo muy triste, pero igualmente, como de costumbre, con al menos un fulgor de esperanza.
Tuvimos la enorme suerte de conversar largo y tendido con Luc Dardenne durante el pasado Festival de Cine de Morelia, un hombre bueno, cordial, simpático, empático. Después de charlar con él es fácil entender por qué hacen el cine que hacen, y porqué lo hacen tan formidablemente.