Abril 11, 1982.
París, Francia.
Hijo de inmigrantes españoles, Oliver Laxe nació en París en 1982. Después de estudiar cine y medios audiovisuales en la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona, decidió instalarse en Tánger, Marruecos, donde fundó y desarrolló el programa “Dao byed”, un taller creación y apreciación cinematográfica con los niños de la región. A partir de este trabajo social, surgió su primer largometraje, Todos vós sodes capitáns (Todos ustedes son capitanes, 2010). En el Festival de Cannes ganó el Gran Premio Nespresso en el concurso de la Semana de la Crítica con su segundo largometraje titulado Mimosas (2016). Con esta película de atmósfera mística, Laxe imagina dos viajes arduos y enigmáticos a través del desierto y de la cordillera del Atlas, uno ocurriendo en el presente y otro en un pasado premoderno con ecos a los relatos artúricos y la tradición de la caballería. El progreso territorial en cada caso es eclipsado por el peso metafórico y sensorial de los esfuerzos humanos y los imponentes paisajes. En el marco de FICUNAM 2017 y con motivo del estreno de Mimosas en cartelera mexicana, tuvimos la oportunidad de conversar con el director sobre el arduo proceso de rodaje en las zonas montañosas del norte de África, su concepción del quehacer cinematográfico como una práctica espiritual y la influencia que recibió de los grandes maestros –Tarkovsky, Dreyer, Ozu, Bresson– para abordar la fe, lo inefable de la espiritualidad y el tiempo en su filme.