Teherán, Irán
1975
Aquí puedes leer nuestra minicrítica a 'Sonita'
Entrevista: Alfonso Flores-Durón (@SirPon) y Sofía Ochoa (@SofOchoa)
Cámara: Alfonso Flores-Durón
Edición: Sofía Ochoa
Pese a las restricciones civiles que suelen tener dentro de la vida social y comunitaria en Irán, las mujeres han forjado ya una fuerte presencia que, valga la expresión, se ha vuelto tradición dentro del mundo del cine del país islámico, heredero de la vastísima y rica cultura persa. En años recientes, las hermanas Makhmalbaf (Samira y Hana, hijas del célebre Mohsen), que desde niñas hacen cine de calidad, por ejemplo, demuestran que a través de las posibilidades creativas que ofrecen la formulación de imágenes e historias, las mujeres tienen la capacidad de revertir (o cuando menos paliar) el asfixio al que son sometidas por una sociedad patriarcal y un gobierno totalitario sustentado en el fundamentalismo religioso.
Rokhsareh Ghaem Maghami, directora originaria de Teherán, para hacer todo más complicado, además ha elegido testimoniar la vida de una jovencita, inmigrante afgana en Irán, de nombre Sonita, cantante de rap que quiere convertirse en estrella mundial, y cuyas letras son aguerridas, confrontan valientemente el estado de las cosas, el papel de la mujer en su país (denuncia la forma en que sus familias las venden a maridos generalmente mucho mayores que ellas), el modo en que los inmigrantes de su país son tratados en Irán y, en general, cada una de las injusticias que su lúcida mente capta y traduce de la complejidad que implican en la vida diaria de quienes tienen que padecerlas, a la lírica cadenciosa, siempre punzante, que el rap le exige. El sentido melódico con que arropa sus letras, y la sensibilidad que imprime a su expresión musical hacen que la propuesta de Sonita trascienda la mera queja e inconformidad expuesta por un amateur.
Platicamos, en el marco del Festival Ambulante (Gira de Documentales) de Sonita, el filme, que arrasó con los premios en la pasada edición de Sundance y con el que se inauguró esta muestra en México, en una emotiva función pública, bajo el Monumento a la Revolución. Rokhsareh nos cuenta sobre cómo es que encontró a Sonita, cómo se desarrolló la relación entre estas dos valerosas mujeres, de qué modo resolvió un dilema ética que le presentó el desarrollo de la historia (para el filme y para la vida de Sonita) y cómo aunque su intención nunca fue hacer un filme con tintes políticos, no hay manera de evitar que Sonita, el filme, lo sea. Y, para ojos externos a las realidades que documenta, los es en gran medida.
AFD