23 de mayo de 1972.
Quito, Ecuador.
Lee aquí nuestra minicrítica de ‘Sin muertos no hay carnaval’
En un tramo pacífico del bosque en las afueras de la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, un ciervo entra en la mira de un cazador, se dispara un gatillo y un joven turista cae. Este accidente enciende un barril de pólvora, poder y violencia en Sin muertos no hay carnaval (2016), un thriller sobre las tensiones entre distintos estratos sociales debido a la apropiación de tierras de los marginados y la ambición de quienes quieren recuperarlas.
Con motivo de su estreno en México, tuvimos la oportunidad de conversar con el coguionista y director del filme, Sebastián Cordero, sobre las dinámicas del realismo social, las cualidades y desafíos que implica confeccionar una película coral en la que todos los personajes tienen un papel preponderante. El cineasta ecuatoriano también nos compartió los métodos y estrategias de colaboración con el cinefotógrafo mexicano, Tonatiuh Martínez (Sueño en otro idioma, 2017), así como el proceso de investigación y rodaje en las zonas que han sufrido invasiones de tierras en el Monte Sinaí. Y finalmente nos habló sobre su postura en el debate estético e ideológico respecto a la representación y estilización de la violencia, así como el profundo interés que tiene en el concepto de marginalidad en Latinoamérica.