Para algunos, quizá, 1973 no queda tan lejos visto en el retrovisor pero, en realidad, en este 2023 la distancia recorrida desde entonces es ya de cincuenta largos años. Es decir, medio siglo, ni más, ni menos. Al British Film Institute le gusta recordar y recuperar, bajo esos estándares, aquellos años para saber qué era lo que acontecía y, sobre todo, cuáles eran los filmes que se hacían, qué representaron entonces y cómo los vemos bajo la óptica del presente. 1973 no parece, en realidad, haber sido un año particularmente fructífero en términos cinematográficos. Se hacía poco cine en la Gran Bretaña y, de lo poco que se filmaba buena parte tenía, desde que se concebía el proyecto, a la televisión como su único destino. De cualquier forma, se pensaban y se ejecutban como si fueran a ser distribuidos y proyectados en cines, su calidad hizo de la televisión británica un ejemplo mundial. Leamos lo que ellos dicen al respecto…
“En general, los setenta siguen siendo percibidos como una década lejos de ser estelas para el cine británico, una dominada por baratas y derivativas comedias de situación, Confesiones… comedias sexuales y, en general, un declive en la industria. Aún así, lo que Pamela Church Gibson y Andrew Hill alguna vez identificaron como “un consenso de que el cine británico de los setetnta debía ser ignorado o relegado a los pies de página” también cada vez más se ha visto modificado. La reciente temporada de Mark Jenkin, The Cinematic DNA of Enys Men (El ADN cinematográfico de Enys Men) en el BFI Southbank (la Cineteca londinense), por ejemplo, resaltó la cualidad idiosincrática del trabajo de una década que influenció su más reciente obra situada en los setenta, desenterrando ricas y extrañas ofrendas en el proceso.
De hecho, una mirada a los filmes estrenados exactamente hace 50 años, en 1973, revela un cuadro variopinto. Por supuesto que las secualas de las comedias de situación ahí están, pero también existen proyectos profundamente personales (My Ain Folk, la segunda parte de la trilogía de Bill Douglas), innovadores docudramas artísticos (El retrato de Hockney hecho por Jack Hazan, A Bigger Splash), una amplia gama de Función del Día para la BBC -y Roger Moore en su primera incursión como Bond con la tan incómoda como intrigante Live and Let Die, influenciada por el cine de blaxploitation. Los británicos incluso ganaron ese año la Palma de Oro en Cannes.
En esta lista de filmes que celebran su medio siglo hay varias obras influyentes y definitivas del cine británico, algunas reconocidas así en su tiempo, otras que han crecido en estatura durante estos años, y otros más áun verdes esperando un redescubrimiento más amplio.
The Offence
Director: Sidney Lumet
Mientras Roger Moore se ocupaba poniéndos en los zapatos de James Bond para Live and Let Die, Sean Connery se aventuraba en terrenos más turbulentos con The Offence. El intenso, sudoroso drama criminal de Lumet -una reunión entre actor y director, después de sus colaboraciones previas en The Hill (1965) y The Anderson Tapes (1971)- fue adaptada por John Hopkins de su propia obra teatral, This Story of Yours, de 1968.
Connery interpreta a Johnson, un policía detective cuya golpiza a un presunto abusador de menores (Ian Bannen) durante los interragatorios provoca su muerte. A través de una estructura en flashback, el filme explora los intentos de Johnson por racionalizar sus acciones, gradualmente revelándolo como un hombre a un tiempo atormentado y azuzado por los muchos crímenes violentos que ha investigado. El tono incesantemente siniestro provocó que el filme no terminara de ser favorecido por los espectadores, pero es un drama apremiante que exige ser revisitado, uno, además, coronado por una de las más perturbadoras interpretaciones de Connery.
Director: Mike Leigh
Comisionado para ser un "Filme del Día" (Play for Today) después del estreno de Bleak Moments (1971), su ópera prima, Hard Labour, el primer filme de Mike Leigh para la BBC, nunca ha sido considerado entre sus piezas más populares, e incluso el propio Leigh se ha expresado con ambivalencia respecto a él. Y, pese a ello, Hard Labour ostenta muchos elementos de interés, entre ellos una fuerte conexión con el propio origen de Leigh: se sitúa en Salford (Manchester), con algunas escenas rodadas en una casa apenas a dos puertas de distancia de donde los padres de Leigh vivían.
Lo que más resuena del filme es la resoluta mirada que arroja sobre los afanes femeninos cotidianos, las cualidades punitivas que son evocadas por el amargo juego de palabras del título. Reuniéndose con Leigh después de su actuación de reparto en Bleak Moments, Liz Smith está sensacional en el protagónico, aquí, como la atribulada Mrs Thornley, cruelmente atareada con labores domésticas, pagadas y sin pagar. Échenle ojo, también, a Alison Steadman, en su colaboración debut con el director, la primera de los arribistas personajes femeninos que periódicamente aparecen en Leighlandia.
Ve aquí nuestra Entrevista con Mike Leigh
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Director: Douglas Hickox
Las fantasías vindicativas de un artista hacia aquellos que los han maltratado reciben jubilosa y siniestra recompensa en esta comedia de horror de Douglas Hichox, en la que la maligna interpretación de Vincent Price confabula una serie de desapariciones para ocho críticos. Derivada de un drama shakespeareano, las elaboradas ejecuciones oscilan de la decapitación y el ahogamiento a la alimentación forzada, con fragmentos de Richard III, Julio César y Hamlet declamados durante los asesinatos.
Con ecos paródicos de The Abominable Dr. Phibes (1971) en el guion de Anthony Greville-Bell, y Price acompañado por un reparto que incluye a Diana Rigg como su hija/secuaz, y Coral Browne, Michael Hordern, Arthur Low y Robert Morley entre los desventurados críticos, Theatre of Blood sigue siendo una macabra delicia. Por eso no extraña que el filme haya sido adaptado para el National Theatre en el 2005, con un avispado reparto que tuvo a Jim Broadbent apoderándose del rol de Price y Rachael Stirling asumiendo el papel de la su madre, Diana.
Director: Patrick Garland
El hecho de que no uno, sino dos filmes producidos en 1973 fueron adaptaciones de obras maestras de Ibsen habla muco acerca del renovado interés en su dramaturgia en el contexto de la segunda ola del feminismo. Nora, ‘la esposa-muñeca’ de Ibsen gradualmente descubre los roles de género que han hecho de su vida y matrimonio una fraudulenta pantomima, llevándola hacia una catártica confrontación y un tristemente célebre azotón de puerta.
Adaptada por David Mercery, la versión de Joseph Losey abre la pieza teatral al aire libre añadiendo escenas en exterior, y a la Nora interpretada por Jane Fonda la acompaña un reparto que incluye a David Warner y Delphine Seyrig (ésta poco tiempo después tomaría su propio viaje doméstico feminista como Jeanne Dielaman, en la obra maestra de Chantal Akerman). Sin embargo, la intensidad de la pieza es capturada de mucho mejor modo en la versión de Patrick Garland. El hecho de que él lo aborde conservando su sentido de ‘teatro filmado’ no es sorpresivo: esta versión surgió de su puesta en escena de 1971. Se jacta de tener a una espléndida Claire Bloom repitiendo el papel que la afectó tan profundamente que tituló sus memorias (publicadas en 1996) con el título de la obra teatral, que destaca a Anthony Hopkins y Anna Massey como actores de reparto.
Director: Fred Zinnemann
Uno de los filmes favoritos de Akira Kurosawa, la adaptación de Fred Zinnemann al bestseller de Frederick Forsyth de 1971 ostenta un guion fidedigno de Kenneth Ross y se beneficia del suave y controlado oficio de Zinnemann. El punto focal es el plan de una organización militar clandestina para asesinar al presidente francés, Charles De Gaulle, contratando a uno de los más temidos asesinos a sueldo del mundo, uno al que se le conoce como ‘El Chacal’. Cuando un detective policíaco, Lebel, escucha el nombre ‘Chacal’ de un informante, gradualmente inicia un proceso de unir las piezas que forman la identidad del asesino.
Montando en paralelo la preparación de El Chacal para el asesinato con los afanes de Lebel para detener el crimen, el filme presenta apreciable interpretaciones de Edward Fox como el glacialmente desapasionado asesino a sueldo y Michael Lonsdale como el investigador. El contexto político no lleva el relato a ningún estrato particularmente sustancial, pero como thriller The Day of the Jackal brinda suficiente suspenso del que atrapa y emociona.
Director: Alan Bridges
Todavía fresca tras haber interpretado Lady Caroline Lamb (1972), Sarah Miles se montó en los zapatos de otra aristócrata en este drama de baja intensidad de Alan Bridges, que le sigue a The Go-Between (1971) como una distintiva segunda adaptación al L.P. Hartley de ese período. Situada en los días posteriores a la Primera Guerra Mundial, The Hireling encuentra a Miles, la viuda de guerra, engatusada por el chofer Lebetter (un cautivador Robert Shaw) para sacarla de su depresión, una relación que empieza a significar más para él de lo que las estructuras de clase permiten.
Estimada como “una obra de arte magistral” por Stanley Kauffmann, y aclamada en Cannes (en donde Miles fue premiada y el filme compartió la Palma de oro con Scarecrow de Jerry Schatzberg), The Hireling subsecuentemente ha caído en la ignominia. Pero sigue siendo una de las mejores adaptaciones literarias de la época, una, además, excepcionalmente convincente en sus detalladas observaciones sociales. Pese a que un estridente clímax desafina, Bridges en buena medida dirige con el mismo tipo de sensibilidad que aportó a sus posteriores adaptaciones, The Return of the Soldier (1982) y The Shooting Party (1984).
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Director: Lindsay Anderson
A menudo visto como un disparate ambicioso en exceso, O Lucky Man! de Lindsay Anderson es el segundo de los filmes de este director con el personaje de ‘Mick Travis’, escritos por David Sherwin, con Malcolm McDowell repitiendo el nombre, si no es que también el personaje, de su antihéroe de If…(1968). El tercer fime de la secuencia, Britannia Hospital, llegaría en 1982.
Es una picaresca posmoderna que satiriza las estructuras de poder británicas, en la que el motivado inocente interpretado por McDowell empieza como un vendedor de café principiante y atraviesa todo tipo de desgracias en los mundos de las finanzas, la investigación médica y, finalmente, el cine. Con duración de tres horas, O Lucky Man! es un filme excesivo, poco disciplinado pero, vibrantemente fotografiado por Miroslav Ondříček, sigue siendo un experimento excitante. Anderson fusiona elementos del teatro y el cabaret dentro del filme, auxiliado por la contribución de un ensamble variopinto que incluye a Ralph Richardson, Rachel Roberts y Helen Mirren, además de Alan Price cuyas sardónicas canciones (al estilo Randy Newman) son hilvanadas, como una especie de coro griego, a lo largo de la acción.
Director: Nicolas Roeg
Las cualidades góticas de Venecia han sido explotadas con gran efecto en muchas obras de arte, pero rara vez de forma más desconcertante que en el escalofriante filme supremo de Nicolas Roeg. Adaptando un cuento corto de Daphne du Maurier de 1971, Roeg y sus guionistas, Allan Scott y Chris Bryant, fabrican una madura exploración de las habilidades psíquicas, el dolor y el descreimiento que seduce y perturba en idénticas proporciones.
Los Baxter, interpretados por los perfectamente aparejados Julie Christie y Donald Sutherland, se dirigen a la ciudad flotante en un intento de escapar el dolor que les ha causado la muerte accidental de Christine, su joven hija. Hay por ahí un encuentro con dos hermanas, una que parece ser clarividente, les revela que Christine está intentando contactarlos. La ciudad en temporada baja se convierte en un personaje en sí misma, con Roeg convirtiendo imágenes del agua, cristales rotos y el color rojo en motivos portentosos, cautivadores. Con su montaje fragmentado, asociativo, escenas explícitas de erotismo marital, resacas de melancolía y estremecedoras vibras singulares, Don’t Look Now reescribió las normas de lo sobrenatual en el cine. Pese a lo mucho que ha sido parodiada, sigue hoy siendo una experiencia hipnótica.
Un tributo a la filmografía de Nicolas Roeg
Director: Peter Hall
La reputación de Harold Pinter en el cine tiende a descansar más en sus adaptaciones de los trabajos de otros ´particularmente sus guiones de The Servant (1963), Accident (1967) y The Go-Between (1971) para Joseph Losey- que en versiones filmadas de sus obras teatrales. La excepción podría ser The Homecoming, que brillantemente llevó Peter Hall a la pantalla, entre dos producciones teatrales que puso en escena de este mismo drama.
El foco está puesto en el regreso de un hijo, académico, Teddy (Michael Jayston), a su núcleo familiar en Londres. Esto es puntualmente revelado como campo de batalla de masculinidad tóxica, que involucra el hostigar al carnicero patriarca, Max (Paul Rogers), y a sus otros hijos, Lenny (Ian Holm) y Joey (Terence Rigby), y a su hermano Sam (Cyril Cusack). Auxiliado por las elocuentes composiciones de la cinematografía de David Watkin, Hall consigue preservar la carga teatral de la obra y brindarle vida cinematográfica a su constantemente choqueante y divertida batalla de voluntades, una en la que la imperturbablemente enigmática esposa Ruth (Vivien Merchant) finalmente emerge como lo más parecido a una vencedora.
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Director: Robin Hardy
Dado su estatura icónica actual, es asombroso recordar que The Wicker Man fue inicialmente considerada como una vergüenza, considerada “indistribuible” antes de que se le extirparan diez minutos y fuera proyectada como el “lado B”, tras la proyección de Don’t Look Now. Pero la reputación de The Wicker Man ha crecido salvajemente a lo largo de los años, y el filme de Robin Hardy hoy en día se erige, para muchos, como la quintaesencia del horror folclórico británico.
En el corazón del taimado guion de Anthony Shaffer existe un encontronazo entre el paganismo y la cristiandad. El sargento Howie (Edward Woodward) arriba a una isla escocesa para investigar la desaparición de una niña. Ahí, Howie queda impactado al econtrar que los isleños, liderados por Lord Summerisle (Christopher Lee), acostumbran todo tipo de fechorías paganas incluyendo, según llega a creer Howie, sacrificios humanos. Con una construcción dirigida a un inolvidable y desequilibrante clímax, la mezcla de misterio detectivesco y delirio pagano bucólico en The Wicker Man ofrece una visión de ‘brujería británica’ con un jalón primitivo. Su línea de influencia incluye el ridículo remake de Neil Labute del 2006, la serie televisiva The League of Gentleman (1999 a 2002) y Midsommar, de Ari Aster (2019).
Trad. EF
Fuente: BFI