Una pantalla sintoniza un canal de noticias, se anuncia el asesinato del hombre más joven del mundo, ése que vivía entre excesos como forma de escape a la fama que lo acompañó desde su nacimiento. La tristeza invade a todos los espectadores que, atónitos, observan los momentos más memorables de la vida del recién fallecido. Una bomba estalla en el lugar, todos huyen ensordecidos por la explosión. Un caos que parece no tener mayor impacto en la vida de las personas que, aunque huyen, no reflejan el mismo temor que hace unos segundos frente al televisor. Este es el inicio de Los niños del hombre (Children of Men), el melancólico y desesperanzador filme de Alfonso Cuarón, sobre el final de nuestros días.
La humanidad ha perdido la capacidad de reproducirse. En algunos años la tierra se quedará sin habitantes. La cuenta regresiva para el final de nuestra historia está por llegar a cero. No nos queda más que aceptarlo. Lo que hemos fabricado, nuestra amada tecnología, nos mostrará en un reality show cómo termina la mejor historia jamás contada, la nuestra.
Una esperanza aparece en medio del catastrófico universo que Cuarón nos presenta. Una mujer de raza negra aparece con un abultado vientre frente a nuestros ojos; es la primera embarazada en más de una década. Ella tiene la posibilidad de salvarnos, pero, ¿lo merecemos?. Un hombre que perdió trágicamente a su hijo, será quien juegue el papel de protector y guardián de la nueva madre, así como del ser que lleva en su interior. Perseguidos por una secta terrorista que quiere apoderarse del bebé para ocultarlo, pues consideran que la humanidad no merece la esperanza de un nuevo comienzo, nuestros héroes tendrán que emprender una travesía por encontrar lo que ni ellos mismos creen que exista, una asociación capaz de proteger al recién nacido del daño que podría ocurrirle si las cosas se mantienen como hasta ese momento. Un doloroso viaje está por comenzar, uno que nos llevará a conocer hasta dónde puede llegar el hombre por conseguir lo que quiere y qué tan profundo se puede hundir por alcanzar lo que anhela.
EBS (@edgarAllanys)