14 títulos provenientes de Francia, Bélgica, Suiza, Rumania, Italia, Bulgaria, Dinamarca, Japón, Cuba, Argentina y México, conforman la programación de la 62 Muestra Internacional de Cine que podrá disfrutarse del 7 al 24 de abril de 2017 en la Cineteca Nacional.
Como cada año, EnFilme publica una guía para la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, con minicríticas y calificación (sobre cinco) para cada uno de los títulos que integran la selección. Recomendamos que veas todas las películas que puedas, pero si tienes que elegir, te ayudarán nuestras revisiones.
La lista se actualizará conforme avanza la Muestra.
3 mujeres (o despertando de mi sueño bosnio)
Dir. Sergio Flores Thorija, Bosnia-Herzegovina/México, 2016.
★★★★
[Video. Ve aquí nuestra entrevista con Sergio Flores Thorija]
Ivana (Ivana Vojinovic) es una joven que trabaja como cocinera en un modesto restaurante de Sarajevo. Después de su jornada laboral, ella llega a su casa para atender a su madre, una anciana enferma que tiene problemas para moverse, pero que olvida sus problemas gracias a las telenovelas mexicanas que le ofrecen historias esperanzadoras. Clara (Clara Casagrande) es una mujer brasileña que se ha mudado a la capital de Bosnia para estudiar Ciencias Políticas; ella necesita dinero para pagar la renta de su departamento y su colegiatura, por esa razón decide trabajar en un club nocturno. Marina (Marina Komsic) es una adolescente que entra en una etapa de tristeza y desilusión cuando se entera que su mejor amiga se mudará de Bosnia a Suecia.
Dirigida por el cineasta mexicano, Sergio Flores Thorija, y filmada en la ciudad de Sarajevo, 3 mujeres es una película que se caracteriza por un riguroso realismo, una cuidadosa puesta en escena, planos fijos de larga duración, pocos cortes, pocos desplazamientos de cámara, el uso de la luz natural, el empleo de la música diegética y la participación de actrices no profesionales para trazar tres historias de vida donde se conjugan las esferas de lo social y lo existencial en un marco conservador e intolerante. Además de hacer referencia al enorme éxito que tienen las telenovelas en aquel país europeo, Flores Thorija, quien estudió en Film Factory –escuela fundada por el cineasta húngaro, Béla Tarr–, introduce sutil y eficazmente otros dos elementos pertenecientes a la cultura mexicana (Frida Kahlo y Los Ángeles Azules) en un contexto que sigue padeciendo los estragos de las guerras suscitadas en la década de 1990, donde, rompiendo con los exagerados tropos del melodrama, viven tres mujeres que no se asumen como víctimas de la sociedad y buscan ingeniosas maneras para superar sus conflictos.
LFG (@luisfer_crimi)
Voraz
Dir. Julia Ducournau, Francia/Bélgica, 2016.
★★★★
[‘El canibalismo es parte de la humanidad’, Julia Ducournau]
Justine (Garance Marillier), una joven vegetariana, comienza una nueva etapa de su vida cuando decide estudiar en la escuela de veterinaria. Ahí nace el horror, justo cuando es obligada por su hermana Alexia (Ella Rumpf) a comer carne durante uno de los primeros rituales de iniciación que se le imponen durante su bienvenida como novata universitaria. Ese acto, además de provocar una fuerte alergia, despierta en Justine un deseo insaciable de saborear más y más carne cruda sin importar de qué animal o persona proviene.
Siguiendo la línea conceptual de It Follows (2014) y retomando la estética del ‘nuevo extremismo francés’ de Haute tension (2005) y Frontière(s) (2007), la ópera prima de Julia Ducournau retoma los conflictos en torno a la sexualidad de la adolescencia para transformarlos en una amenaza. Pero mientras David Robert Mitchell hizo que esta amenaza fuera difusa y fantasmal, la joven realizadora francesa recurre al consumo de la carne para abordar la confusión sexual, la violencia brutal y la psicosis de sus personajes. El gran acierto del filme es la forma en que Julia Ducournau traza el descubrimiento de los impulsos sexuales de la chica y su instinto voraz y depredador. La descarga visceral de la protagonista no es gratuita, pero tampoco es tan escandalosa, y desemboca en una rotunda e inteligente conclusión muy acorde con el deseo enfermizo de Justine. Además de su pasión desenfrenada por mostrar la maldad, Ducournau recurre a un humor cínico para que el espectador no se olvide de este plato fuerte donde el canibalismo es un acto literal, pero también es una metáfora sobre la sexualidad reprimida e incontrolable.
LFG (@luisfer_crimi)
La vida de Calabacín
Dir. Claude Barras, Suiza/Francia, 2016.
★★★★
El filme cuenta la historia de un niño de 9 años de pelo azul que prefiere ser llamado Courgette (francés para calabacín) en lugar de su nombre de nacimiento: Icare. Después de la súbita muerte de su madre, Courgette es llevado a una casa habitada por otros huérfanos de su edad. Al principio, él lucha por encajar en este ambiente extraño e incluso hostil, donde otros niños lo molestan, en particular el rebelde Simon. Pero rápidamente hace nuevos amigos y eventualmente aprende a confiar en los demás, incluso descubre que, a su temprana edad, es capaz de enamorarse.
Los huérfanos que habitan el universo de esta animación stop motion poseen cuerpos y rostros expresionistas –una mezcla entre las figuras alargadas y desproporcionadas de las pinturas de Edvard Munch, y los ojos saltones de las creaciones de Tim Burton–. Ellos son víctimas inocentes del abuso, el alcoholismo, el asesinato y la deportación de sus padres. En las primeras escenas de la película, las caras de los personajes parecen definidas por el dolor y la preocupación, pero la maravilla de La vida de calabacín (Ma vie de Courgette, 2016) es cómo, a pesar de la perturbadora y sombría atmósfera de la secuencia de apertura, el filme evoluciona para convertirse en un rico caleidoscopio de emociones genuinas y sentimientos puros. La guionista Céline Sciamma (Tomboy, 2011; Girlhood, 2014), que se inspiró en la novela Autobiographie d'une Courgette de Gilles Paris, tiene un agudo sentido de cómo los niños procesan la información y los acontecimientos más allá de su plena comprensión; por ejemplo, la sexualidad es abordada de una manera muy delicada y divertida anticipándose a las grandes preguntas de la pubertad provocando que la película, en algunos momentos, vire en una dirección casi pedagógica, pero sin tedio ni pedantería. En su rigurosa modestia, el director suizo, Claude Barras, evita sobrecargar el relato con las cicatrices psicológicas de sus melancólicos personajes y nunca cae en la desolación ni la desesperanza. Al trazar un tierno y poético relato sobre las implicaciones y dificultades de la infancia, La vida de calabacín se manifiesta con un profundo compromiso con la comprensión y la intimidad de un tema tan áspero como la orfandad.
LFG (@luisfer_crimi)
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