Quizás los hayas visto en una proyección de película o en Instagram: camisetas blancas sencillas que deletrean en letras mayúsculas negras los nombres de cineastas o actores prominentes como Andrea Arnold o Isabelle Huppert. Lo que hace que las camisetas de Girls on Tops sean particularmente llamativas es, paradójicamente, su simplicidad. Con una tipografía estilo lema, parecen hechos a medida para el movimiento #MeToo, que se opone a la violencia sexual en medio de acusaciones de acoso sexual dentro de la industria de cinematográfica. Sin embargo, la compañía pequeña pero de rápido crecimiento ubicada en Londres se lanzó meses antes de que las mujeres en el cine empezaran a contar historias de acoso. “No afirmaríamos que hemos tenido ningún impacto en ese cambio en comparación con movimientos como #Time’s Up”, dice Louisa Maycock, una de las fundadoras de Girls on Tops, “[pero] creemos que la gente siente que nuestras camisetas son una forma de contribuir a eso”.
Los actores y celebridades comenzaron a usar las camisetas. El miembro del elenco de Lady Bird, Tracy Letts, mostró con orgullo su camiseta de Greta Gerwig en el Festival Internacional de Cine de Toronto; la propia Gerwig usó una camiseta de Agnès Varda para la presentación de una película.
Los cinéfilos de hoy son más conscientes de la disparidades de género. Con las posibilidades de transmisión y conversación que ofrece internet, pueden ampliar sus gustos más allá del canon habitual de cineastas en su mayoría hombres. En ese sentido, las camisetas tienen una dimensión política. “Las camisetas tienen una gran historia como objetos de protesta. Hay una sensación de empoderamiento al formar parte de un colectivo que comparte ideas similares y quiere los mismos cambios positivos”, dice Maycock.
Trad. EnFilme
Fuente: The Guardian