El nuevo filme de Lars von Trier, Nymphomaniac, con Charlotte Gainsbourg en el rol principal, deja sentir –a un mes de su estreno comercial en Dinamarca-, una cierta incomodidad y sufrimiento por parte de su protagonista. Así lo confirma la actriz y cantante francobritánica en una entrevista para la revista francesa Vanity Fair en su número de octubre.
La hija de Serge Gainsbourg (Charlotte Forever, 1986) y Jane Birkin (Blow-Up, 1996) revela algunas de las intimidades de Nymphomaniac, el relato de la vida de una ninfómana, que se describe como un "cuento erótico", que contiene, como una de las películas anteriores del cineasta, Anticristo, escenas de sexo explícito:
Sus tormentos sexuales son bastante explícitos. Tanto en su discurso como en las imágenes. Von Trier se propone mezclar las escenas interpretadas por los actores de la cinta con imágenes de sexo crudo realizadas por actores porno.
La intérprete no ha tenido jamás reparos con las escenas de desnudos. De hecho, en Anticristo (2009), su primera colaboración con el realizador, tuvo escenas de sexo no simulado junto a Willem Defoe. Pero todo tiene un límite:
Hubo dos cosas que me negué a hacer: masturbar a un hombre que no era Willem Defoe, un actor porno, y aparecer en el mismo plano con él mientras se tocaba. Era ir demasiado lejos. Eso se convertía en otra cosa. Ya no sabía qué papel estaba desempeñando.
Estaba feliz de filmar la película, pero siempre me sentí incómoda –incluso después de Anticristo-, de no saber exactamente qué había hecho o hasta qué punto llegué. Resultó tan excitante e intenso, con tanto sufrimiento... algunas veces me sentí realmente mal. Nunca había vivido nada tan fuerte.
En cuanto a la capacidad del director para exigir a sus actores, Charlotte Gainsbourg dijo:
Tuve una revelación con Lars von Trier. Él tiene un método de trabajo que no he encontrado en nadie más, una manera suave y al mismo tiempo franca. Él no necesita presionarte para que sepas cuando algo no va. Es un tipo de manipulación que sucede sin que nos demos cuenta. Somos plenamente conscientes, pero hay cierto placer en sentir que jugamos a ser títeres.
VSM (@SofiaSanmarin)
Fuente: Vanity Fair