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Los denominados documentales de perfil cuentan con un guión bien definido; durante su realización, no pretenden descubrir rasgos, secretos o cualidades del sujeto retratado, esos elemento ya fueron descubiertos en la investigación previa. De esta manera, este tipo de filmes busca informar los detalles más importantes de la vida del protagonista, así como señalar y anunciar cuáles han sido sus contribuciones al mundo al que pertenece. Todo ello debo comprimirse en minutos, y más aún si se trata de un cortometraje. Las cámaras siguen al protagonista en su vida diaria, en el trabajo y en la forma de relacionarse con los otros individuos que lo rodean. Su vida del día a día se entremezcla con las historias del pasado; los recuerdos pueden emerger en cualquier momento poniendo en riesgo la estructura y los lineamientos establecidos por el documental de perfil.
En A Brief History of John Baldessari, los jóvenes cineastas, Henry Joost y Ariel Schulman (directores del polémico documental Catfish, sobre los modos de relacionarse entre los jóvenes en la era de Internet) encuentran en la figura del artista estadounidense, John Baldessari, un sujeto que no es ajeno a la controversia, que a los 29 años, en 1971, escribió: ““I will not make any more boring art” (Yo no haré más arte aburrido), una oración que se repitió página tras página y que originalmente cubría toda una pared blanca. Su obra, que pertenece a la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York, consistía en un castigo autoinflingido; él mira su carrera y se cuestiona: “yo hice arte de pésima calidad en el pasado, pero en el futuro no volveré a hacerlo”. Su declaración no esta exenta de una profunda ironía, pues al mismo tiempo, la obra interpela a artistas y espectadores: ¿Qué es, entonces, un arte interesante? ¿Qué significa hacer arte sincero, atractivo, inteligente y novedoso? Cuando era estudiante, Baldessari se formó, como muchos otros jóvenes artistas, bajo los estatutos del expresionismo abstracto. Baldesarri consideraba que este estilo era muy serio en la década de 1950, pero, en Cremation Project (1970), el artista decidió reunir los lienzos que él mismo había hecho, los llevó al crematorio y decidió quemarlos; recogió las cenizas y las colocó en una urna para marcar la ruptura en su carrera entre aquel estilo anterior y su trabajo posterior mucho más orientado al arte conceptual.
En este corto documental comisionado por el LACMA (Museo de Arte del Condado de Los Ángeles), Schulman y Joost se introducen en el estudio del artista en California, y en poco menos de seis minutos son capaces de revelar gran parte de las intenciones de Baldessari; desde el amor que siente por el trabajo de Jean-Luc Godard (para Baldessari el más talentoso e influyente artista de la década de 1960 fue el cineasta europeo, y no Andy Warhol ni Jasper Johns) hasta su contraseña de Wi-Fi, así como las tres cosas que todo artista joven debe saber. Narrado por el músico y compositor, Tom Waits, y lleno de grandes ideas, incisivos cuestionamientos y notas sarcásticas, el filme es una mirada general sobre la vida de uno de los más importantes artistas conceptuales de Estados Unidos.