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La pintura de Michelangelo Antonioni
El sentido de la vista, el ojo, la mirada, la observación; el acto de colocarse frente al otro para contemplarlo, para admirarlo, para descubrir que esconde en su interior. La apreciación de un objeto artístico para explorar la condición humana y descifrar sus mensajes y sus intenciones. Utilizar la escultura, su volumen, su materialidad como un espejo que refleja la existencia, pero que también revela la cercanía con la muerte. En 2004, el cineasta italiano, Michelangelo Antonioni (L’avventura, 1960; Il deserto rosso, 1964, Blow-Up, 1966) se colocó por primera vez delante de su propia cámara cinematográfica para, siguiendo la tradición del autorretrato pictórico o de la autobiografía literaria, registrarse a sí mismo en su visita al interior de la basílica de San Pietro in Vincoli, ubicada en Roma; su intención, situarse frente al mausoleo del Papa Julio II, decorado con la imponente y monumental escultura de Moisés, elaborada en 1515 por Michelangelo Buonarroti.
Lo Sguardo di Michelangelo (2004) propone varios juegos de miradas: Antonioni sobre la obra de Miguel Ángel; Miguel Ángel y su visión de la escultura; la mirada penetrante de Moisés; los ojos del espectador sobre Antonioni (hombre), Antonioni (artista), Miguel Ángel (artista), Moisés (obra escultórica), la basílica (obra arquitectónica), Lo Sguardo… (imagen cinematográfica). A lo largo del cortometraje, Antonioni se concentra en diversos aspectos de la escultura de Miguel Ángel. La postura de Moisés es la de un profeta que permanece en una silla de mármol, flanqueado por dos columnas. Su larga barba desciende hasta su regazo y su mano derecha se sostiene con las tablas. Un detalle particular de la representación es que el hombre posee cuernos en la cabeza. Miguel Ángel, como otros artistas que le precedieron, trabajaron bajo un concepto erróneo debido a una mala traducción de las Escrituras Hebreas al latín por San Jerónimo. El texto original manifiesta que Moisés tiene “rayos de luz en su rostro”, mientras que Jerónimo, en la Vulgata, tradujo ese pasaje como “cuernos en el rostro”. El error puede justificarse por una razón: la raíz hebrea “krn” puede ser interpretada como “keren” (luminosidad, resplandor) o “karan” (cuernos). Antonioni no sólo revela la textura, la forma, la grandeza y las imperfecciones de la estatua, sino que también la compara y contrasta con su propio cuerpo, centrándose especialmente en la intensa mirada de la figura, haciendo un retrato profundo y enigmático de él mismo.
Cara a cara, ojo a ojo, un encuentro entre Antonioni y Buonarroti, los dos grandes “Miguel Ángel” del arte italiano. La mirada de Michelangelo (Buonarroti) brota de los ojos de Moisés, mientras que la mirada de Michelangelo (Antonioni) de los cristales de sus gafas. Gracias al uso frecuente del punto de vista, el espectador tiene la sensación de admirar el complejo escultórico a través de los ojos de Antonioni, y Antonioni a través de la mirada de Moisés. Otro elemento que hace de este filme un evento memorable es que, por primera vez desde su derrame cerebral sufrido en 1985 que le paralizó la mitad del cuerpo y lo confinó a una silla de ruedas, Antonioni vuelve a caminar. Se podría cuestionar que Antonioni se engrandece a sí mismo mediante la comparación con el artista del Renacimiento, pero la correlación muestra que la grandilocuencia y la grandeza de la escultura sigue imponiendo. El blanco y límpido mármol sigue triunfando sobre la mortalidad del cuerpo; las arrugas de la piel y los huesos decrépitos que acarician suavemente a Moisés demuestran la fragilidad del hombre. El espacio, una basílica construida a mediados del siglo V que sufrió varias restauraciones posteriores, es la obra arquitectónica que, desde la postura de Antonioni, aún posee la fuerza para demostrarle al ser humano cuán pequeño es.
Antonioni ofrece más cuestionamientos que respuestas; su exploración apela al espectador para obligarlo a reflexionar sobre las posibilidades de la mirada, y los misterios que surgen cuando el ojo humano entra en contacto con una obra artística. Un trabajo reflexivo y conmovedor sobre la fragilidad humana, la transitoriedad, el compromiso creativo y el legado artístico.