En 1960 el filme de Jean-Luc Godard, Breathless, no sólo empezó el movimiento que sería cononocido commo "la Nueva Ola Francesa" e hizo del nombre de su director sinónimo de cine de arte francés, también llevó a ser una estrella del hasta entonces desconocido, Jean-Paul Belmondo.
La siguiente entrevista de 1961, para la televisión francesa, muestra al actor en su mejor momento, narrando cómo conoció a Godard y lo que era actuar en esta innovadora cinta, hecha con una adecuada forma libre. Además, agregamos un video de A.O. Scott de The New York Times -con motivo del 50 aniversario de la película- sobre las influencias de la ésta.
Conocí a Jean-Luc Godard. Nos conocimos en Saint-Germain-des-Prés. En ese momento estaba trabajando en Sais belle et tais-toi de Marc Allégret. Él [Godard] vino al set y me ofreció un papel en su cortometraje, Charlotte et son Jules, entonces hice eso con él. El filme nunca se exhibió, pero muchas personas de la industria lo vieron, como Claude Chabrol, y cuando Brialy se enfermó en Á double tour, Chabrol, quien había visto Charlotte, me dio el papel de Brialy. Godard dijo, “Quiero hacer una película contigo algún día”. Justo después de Á double tour, Godard me buscó para Breathless, y así fue cómo obtuve la parte.
Fue filmada muy libremente, como el resto la película. Nos encontramos alrededor de las 9:00 o las 10:00 a.m. y me tomé un café con Jane en la cafetería de la esquina. Mientras, Godard escribió nuestro diálogo. Cuando estuvo listo, fue por nosotros y nos llevó escaleras arriba. Primero nos leyó la escena, entonces nosotros no discutimos nada, no estábamos conformes con eso. Lo parafraseamos en nuestras propias palabras. Entonces empezamos a filmar. Ahí no había luces o cables, para que pudiéramos movernos libremente. Si deseábamos actuar alrededor, lo hacíamos. Si deseábamos estar debajo de las cobijas, lo hicimos. El camarógrafo estaba listo para cualquier cosa.
Así es. Cuando acepté el papel, me dio tres pequeñas hojas, donde él había escrito, “Él abandona Marseilles. Él roba un auto. Él quiere volver a dormir con la chica. Ella no. Al final, él puede morir o irse –está por decidirse”. Optamos por su muerte. Cada mañana aprendía sobre las nuevas aventuras de Poiccard. No tenía idea de qué me pasaría ese día. Lo descubría cada mañana.
Sí, llegaba cada mañana y tonteaba frente al espejo haciendo box de sombras. Godard me filmó haciendo eso y diciendo: “No soy muy buen espectador, pero soy un buen boxeador”.
Ambos lo hicimos. Yo decía cosas como esa y él las retrabajaba.
AS(@albertosandel)
Fuente: Criterion, The New York Times