Aquí puedes leer nuestra reseña de Noah.
El realizador norteamericano, Darren Aronofsky (Pi, 1998; Black Swan, 2010), tenía trece años cuando escribió “The Dove”, un poema [aquí puedes leerlo] –cuyo tema central era la paz– sobre la paloma que sale de la mítica arca y regresa con la rama de olivo como mensaje de salvación y esperanza. Ahora, Aronofsky ha llevado a la pantalla el pasaje bíblico donde su santo patrón, Noé, construye una enorme arca para cumplir el mandato divino.
Además de haber filmado en Washington, Nueva York y Durango, gran parte del rodaje de Noah se llevó a cabo en paisajes naturales de Islandia, específicamente en las regiones de Fossvogur y Reynisfjara. Se utilizaron varias estructuras que, colocadas a poco más de 20 metros, desprenden agua para simular la lluvia previa al diluvio.
Mark Friedberg, responsable del diseño de producción del filme, señala que construyeron el arca basándose en las medidas relatadas en el Génesis: 150 metros de longitud, 25 de ancho y 15 de altura. Se trata de una enorme caja, no de una embarcación. La misión de Noé no es zarpar rumbo a otro lugar, sino refugiarse del diluvio. Antes de emplear madera lisa y pulida, y troncos de diversos tamaños, el equipo de producción realizó una serie de planos con las dimensiones correspondientes.
A su modo de ver las cosas, Aronofsky considera que no tiene sentido emplear animales en el set de filmación y obligarlos a cumplir determinadas tareas que establece el guión. Con el uso de imágenes generadas por computadora (CGI) se realizó la secuencia donde los animales ingresan al arca.
LFG (@luisfer_crimi)