Ganadores de la 7ª edición del Costa Rica Festival Internacional de Cine #7CRFIC
Día 1
A Haunted Past
Dir. Fatma Riahi, Catar/Túnez, 2018
★★★
El documental inicia con un fragmento de una vieja cinta de video que ha guardado la madre de Fatma Riahi. En él se observa a Marcida, una mujer de grandes ojos que carga un pastel de cumpleaños para su hija Yamina. La pequeña apaga las velas y pide un deseo, quiere que su padre salga de prisión, la madre abraza a la niña y le sugiere que elija un deseo distinto. Tanto Marcida como Yamina fueron parte de la niñez de la documentalista, ella recuerda cómo -tanto madre e hijas- fueron alojadas por la familia Riahi al saber su lamentable situación. El esposo de Marcida, Tawfik, había sido encarcelado debido a acusaciones sobre actos terroristas y la mujer tuvo que escapar a Túnez junto con sus hijas sin un lugar en el cual vivir. Lo que en un principio fue una estadía temporal, se terminó convirtiendo en una relación de cuatro años. Después de este tiempo, tanto la mujer como sus hijas se despidieron y jamás supieron más de ellas.
Con el fin de descubrir lo que había sucedido con esa familia con la que convivió por años, la documentalista Fatma Riahi realiza un rastreo de esa historia en A Haunted Past, dando con ellos -ahora un núcleo fragmentado- en Sidi Bouzid. Aquel lugar que dio inicio a la Revolución de los Jazmines en el año 2010 es ahora el lugar de residencia donde Tawfik vive con sus hijas. Riahi muestra la vida de las mujeres con las que convivió en su infancia, conversa con ellas mientras las graba haciendo sus labores domésticas. Durante estas charlas que surgen del cotidiano, Riahi logra captar los verdaderos fantasmas que atormentan a la familia, en especial el abandono materno. “Tenía una vida hermosa”, dice Tawfik mientras observa algunas fotos familares que aún conserva, las lágrimas caen por su rostro, rompiendo por un momento ese aspecto duro que muestra en un principio. Las imágenes que el cinefotógrafo Hatem Nachi también hace evidentes aquellas necesidades familiares que jamás son dichas pero se encuentran presentes: un padre que no encuentra la forma de demostrarles amor a sus hijas, pero que decide quedarse solo -en algún momento incluso menciona que no desea casarse otra vez ya que no quiere que la mujer con la que elija vivir trate mal a sus hijas- y unas hijas que desearían tener a su madre nuevamente en sus vidas.
EL (@elislimon)
A Thousand Girls Like Me
Dir. Sahra Mani, Afganistán, 2018
★★★½
Es el otoño del año 2014, Kathera, una mujer de Afganistán relata la violación que ha sufrido. El juez ha decidido que no puede abortar al bebé ya que se trata de una prueba legal. Mientras un automóvil la lleva a realizarse un chequeo médico, Kathera menciona que el agresor fue su padre y que esta no es la primera vez que sucede. La joven de 23 años fue golpeada por su violador hasta perder los fetos en tres ocasiones distintas, la cuarta de ellas dio a luz a una niña, que el padre aceptó en la familia y antes de ella, también tuvo un varón, pero su agresor se lo llevó y lo abandonó en el desierto. El niño que carga en su vientre sería el sexto hijo con su padre y temiendo nuevamente el destino del niño, Kathera decide denunciarlo. En una primera instancia recurre a los mulá (líderes religiosos versados en el Corán), once de ellos le piden que rece a Dios para que quite el deseo sexual de su padre hacia ella, el doceavo le promete que su padre recibirá una muerte por lapidación tan pronto los talibanes regresen al poder y el treceavo le pide que recurra a los medios de comunicación para ejercer presión y que el gobierno meta a su padre a prisión. Kathera lo hace, pero las consecuencias para ella y su familia se hacen tan complicadas y tortuosas como el mismo proceso legal.
En su primer documental, Sahra Mani muestra las trabas legales a las que son sometidas las mujeres al momento de elegir buscar una vía legal para proceder en contra de sus agresores. Durante el proceso jurídico que realiza Kathera, vemos cómo en reiteradas ocasiones distintos núcleos de la sociedad ponen en duda su testimonio –mientras realiza una entrevista, un reportero televisivo la cuestiona sobre por qué eligió hasta ese momento para acusar a su padre-, un juez la acusa de difamación, la corren en varias ocasiones de la casa que renta al juzgarla como problemática y mentirosa e incluso recibe la crítica de sus hermanos por haber deshonrado el nombre familiar. A través de la lucha de Kathera, Mani busca dar voz a tantas mujeres que han sufrido ese tipo de violencia y que no pueden alzar la voz al temer que la sociedad de un día a otro les de la espalda –en una parte del filme, Kathera cuenta cómo no puede conseguir un empleo debido a la acusación que realizó en contra de su padre-. A lo lejos estas mujeres sólo escuchan voces que opinan y juzgan, y sólo observan muy pocas manos dispuestas a ayudarlas.
EL (@elislimon)
Long Day’s Journey into Night
Dir. Bi Gan, China / Francia, 2018
★★★★½
“Cada vez que la veía, sabía que estaba soñando otra vez. Y en cuanto te das cuenta que sueñas, se transforma en una experiencia astral. A veces flotas hacia arriba. En mis sueños siempre me pregunté si mi cuerpo estaba hecho de hidrógeno. De ser así… entonces mis recuerdos deben ser de piedra”. Luo Hongwu (Jue Huang) menciona estas palabras recostado en una decadente habitación de hotel. Una mujer sale del baño, cubierta tan solo por su ropa interior, se seca el cabello y le pide al hombre que le cuente sobre el sueño que lo mantuvo inquieto. Luo habla de una mujer que desapareció, menciona que cada vez que quiere olvidarla vuelve a soñar con ella. Luo regresa a Kaili -su pueblo natal- aquel del que se despidió después de encontrarse el cuerpo de su mejor amigo escondido dentro de una mina, para asistir al funeral de su padre. Este retorno lo hace considerar buscar a Wan Qiwen (Tang Wei), una hermosa mujer que hace años tuvo que seguir para dar con el paradero de Zuo Hongyuan, un maleante de Kaili. A su regreso, el pasado y el presente se funden en una sola narrativa que evoca sus deseos y la necesidad de encontrar aquel anhelado amor.
En su segundo largometraje, Bi Gan realiza una estilizada y sublime propuesta del cine noir –pero en tonos neones, que por momentos son tan dolorosamente idílicos cómo en su momento fueron los romances retratados por Wong Kar Wai-, al igual que el plano secuencia de 40 minutos de Kaili Blues (2015), Gan compone para Long Day’s Journey into Night un arriesgado plano secuencia en tercera dimensión que retrata un momento onírico y simbólico en muchos sentidos. Aquí, tanto la realidad como el sueño se mezclan con ligeros guiños entre cada uno. Los laberintos emocionales y la melancolía que impregna el filme hace evidente la maestría con la que el también poeta Gan consigue crear una imagen cargada de simbolismos y significaciones que van más allá de lo evidente.
EL (@elislimon)