Día 2. ‘Loveless’ de Andrey Zvyagintsev; ‘The Square’ de Ruben Östlund; y ‘Beatriz at Dinner’ de Miguel Arteta #15FICM - ENFILME.COM
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Día 2. ‘Loveless’ de Andrey Zvyagintsev; ‘The Square’ de Ruben Östlund; y ‘Beatriz at Dinner’ de Miguel Arteta #15FICM
Publicado el 22 - Oct - 2017
 
 
Segunda jornada de actividades del 15º Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). - ENFILME.COM
 
 
 

Selección Oficial de Largometraje Mexicano [Ficción] #15FICM

Día 1 · Día 2

En la segunda jornada de actividades del 15º Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) tuvimos la oportunidad de ver Loveless de Andrey Zvyagintsev, The Square de Ruben Östlund y Beatriz at Dinner de Miguel Arteta.

 

Loveless

Dir. Andrey Zvyagintsev, Rusia/Francia/Alemania, 2017.

[Estrenos internacionales]

★★★★½

Alyosha (Matvey Novikov) es un niño ruso de 12 años cuyos padres, Boris (Alexey Rozin) y Zhenya (Maryana Spivak), se están divorciando. En un giro del tradicional drama de la batalla por la custodia del pequeño, ninguno de los padres quiere al hijo, ya que ambos tienen nuevas parejas y nuevos planes en el futuro inmediato; el niño es, en todo caso, un recordatorio de sus errores pasados. Con la inevitabilidad desgarradora de la situación, Alyosha huye de su hogar hacia algún punto de la inclemente, vasta y fría tierra de la extensa Rusia. Al igual que la impecable Leviathan (2014), Andrey Zvyagintsev ofrece nuevamente un inquebrantable y nítido enfoque sobre la crueldad para desmantelar las dinámicas de la moral de la sociedad rusa desde sus adentros. Sin embargo, a diferencia de su filme anterior, en Loveless (2017) se percibe una especie de intimidad épica que forma parte de la columna vertebral de esta devastadora fábula que conjuga las dificultades del amor y las presiones sociales para alcanzar el bienestar, todo ello con un efecto devastador. Las primeras escenas entre Boris y su amante embarazada, y Zhenya y su nuevo novio rico, son evocaciones hermosas y eróticas del amor; el cinefotógrafo Mikhail Krichman recurre a planos abiertos para capturar los juegos de seducción entre los cuerpos desnudos. Pero sus relaciones están empañadas y manchadas por la manera en que descuidan a su hijo, y no solo se trata de una cuestión de empatía, sino de reflexionar hasta qué punto el amor es egoísta. La fuga de un chico desesperado, abrumado por el divorcio de los padres irresponsables, se convierte en, imagen tras imagen, el sombrío retrato de una nación a la deriva, vacía política, social y moralmente; un magistral estudio del sufrimiento y la indiferencia.

LFG (@luisfer_crimi)

 

Beatriz at Dinner

Dir. Miguel Arteta, Estados Unidos, 2017.

[Estrenos internacionales]

★★★

Después de una semana complicada, Beatriz (Salma Hayek), una masajista y sanadora holística, asiste a una exclusiva zona residencial de Los Ángeles para atender a una de sus más distinguidas y adineradas clientes, Cathy (Connie Britton). Una vez terminada la sesión, Beatriz se prepara para retirarse, pero su automóvil se descompone y no puede salir del lugar. Aunque su marido (David Warshofsky) no está tan convencido, Cathy le propone que se quede a cenar. Esa noche, la acaudalada pareja tiene una reunión con un pequeño grupo de socios, incluyendo a Doug Strutt (John Lithgow), un prepotente magnate que rápidamente entra en choque con la personalidad de Beatriz, una migrante mexicana que no está dispuesta a tolerar las actitudes del exitoso hombre de negocios. Sin adornos y a menudo en silencio, Salma Hayek ofrece una de sus interpretaciones más solidas en toda su trayectoria. La actriz mexicana sostiene la mirada de la cámara como un desafío, sin mostrarse tímida ni frágil, y evitando a toda costa caer en la arrogancia. Y aunque ella carga con prácticamente todo el peso del relato, también debe señalarse que el director Miguel Arteta y el guionista Mike White orquestan cada una de las situaciones para que el personaje de Beatriz resulte ganadora sin importar que tiene a casi todos en su contra. Beatriz at Dinner (2017) presenta un choque de clases socioeconómicas y el consiguiente discurso sobre la moral y la política que de ahí se desprende; una propuesta audaz en estos tiempos agitados, cuya extraña combinación y manejo de tonos –melodrama, comedia de situación, e incluso visiones sobrenaturales– no es del todo exitosa.

LFG (@luisfer_crimi)

 

The Square

Dir. Ruben Östlund, Suecia/Dinamarca/Alemania, 2017.

[Estrenos internacionales]

★★★★½

Christian (Claes Bang) es un ciudadano escandinavo que trabaja en Estocolmo como curador de un museo de arte contemporáneo. Un día, durante su camino al trabajo, su teléfono y su cartera son robados de una manera muy creativa. El teléfono tiene un rastreador GPS; junto con otro de los empleados del museo, Christian rastrea la ubicación del dispositivo móvil en un edificio suburbano más pobre. Después de unas copas de vino, redactan una carta en la que exigen la devolución de los objetos. La intención es poner copias de la carta en cada puerta del edificio, esperando que una de ellas llegue al ladrón. Sin embargo, ese acto acarrea una serie de consecuencias en las que la paciencia, la creatividad y la honestidad de Christian se pondrán a prueba. El tema del robo ha sido abordado por el realizador sueco, Ruben Östlund, en algunos de sus filmes anteriores –específicamente en el cortometraje Incident By a Bank (2009) y el largometraje Play (2011)– y aunque aquí sólo es un detonante, y no el tema primordial, The Square (2017) indaga, a partir del robo que sufre el protagonista, sobre qué tan dispuestos estamos los seres humanos en ayudar y confiar en un extraño. Además de los constantes comentarios ácidos sobre el mundo del arte y los medios en la época actual, el filme posee una gran cantidad de momentos divertidos y absurdos, pero que reflejan las verdades de la vida. La mayor parte del humor gira en torno a escenas horriblemente incómodas que se mueven en una dirección reflexiva. Por ejemplo, la memorable secuencia en la que Christian y Anne (Elisabeth Moss) discuten, una vez que han tenido relaciones sexuales, sobre el destino del condón usado; algo aparentemente sin sentido, ofrece respuestas en torno a la confianza y desconfianza en las relaciones amorosas. En este sentido, Östlund vuelve a arrojar luces sobre la masculinidad torturada y la responsabilidad social (temas cruciales en su película anterior, Force Majeure) centrándose en la fachada ridícula de la clase media alta. Estos artistas, curadores y publicistas piensan que están creando nuevos significados y que están provocando reacciones enérgicas y genuinas por parte del público. Y cuando creen que lo han logrado –tal es el caso de la inolvidable cena al interior de un lujoso palacio– la reacción es el horror y la violencia, no la iluminación ni la paz. El filme penetra las estructuras de clase con regocijo, y no teme pasar a la brutalidad existencial a medida que la historia avanza. The Square es muestra de la buena condición –poderosa y despiadada– en que se encuentra la creatividad de Östlund, un cineasta capaz de confeccionar un mundo cargado de comedia que a veces se ve dislocado por algo totalmente misterioso o intensamente visceral.

LFG (@luisfer_crimi)

 
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