Mucha expectativa había levantado la proyección del nuevo proyecto del ya previamente ganador de la tan codiciada Palma de Oro, el sueco Ruben Östlund, además con otra sátira, pero parece que el resultado no ha sido el esperado. Y el filme iraní de Ali Abbasi, que retoma un espeluzante evento de la vida real, plantea nuevas preguntas sobre el lugar que ocupa la mujer en una sociedad teocrática tan rígida como la de aquel país.
Triangle of Sadness
Dir. Ruben Óstlund (Suecia-Francia-Reino Unido-Alemania)
Estridente, derivativa y desalentadoramente deficiente en risas genuinas, la nueva película de Ruben Östlund es una torpe Eurosátira, sin la sutileza y perspicacia de Force Majeure, el filme que lo dio a conocer en el mundo del cine, o el poder de su comparable espectáculo acerca del mundo del arte con el que ganó la Palma de Oro, The Square. Este filme, por otro lado, se congratula a sí mismo sordamente por estar en contra de la crueldad del mundo de los multimillonarios, contra la trillada cultura de la moda, contra la insipidez de los ‘influencers’ de las redes sociales. Usa un obús para disparar peces intoxicados en un barril, inserta surrealismo ligero y flácido en el lugar donde debería ir comedia y la trama termina siendo una parchada de la obra de teatro The Admirable Crichton, de JM Barrie.
Inicialmente, Östlund astutamente transmite la arquitectura de la extrañeza de esta ciudad-estado flotante, y cómo la ansiedad y malestar de sus habitantes se ha proyectado hacia afuera en las formas físicas que los rodean: las paredes, la cubierta, la piscina. Pero después quedamos atrapados en una amplia y cansada gama de sátira de segunda mano y estereotipos caricaturescos que algo le piden a La Grande Bouffe de Marco Ferreri, de 1973, o al horrible Mr Creosote en The Meaning of Life de Monty Python, y por supuesto el tan admirado The Admirable Crichton. Este es otro de esos filmes que tienen la intención de decirte lo que ya sabes, sin hacer demasiado despliegue en el modo de la comedia o su originalidad para hacerlo.
-Peter Bradshaw, The Guardian 2/5
La venerable metáfora del ‘ship of fools’ (nave de locos) es un rudo buque para dirigir. Y si bien la sátira de Ruben Östlund, Triangle of Sadness, no encalla rotundamente, uno desearía que este inmensamente talentoso cineasta hubiera mostrado una mano más segura y un toque más sensible en el timón. Hay flashes de su visión incisiva y cáustica en Force Majeure y su sátira del mundo del arte y ganadora de la Palma de Oro, The Square. Pero este intento más bien laborioso sobre los excesos del capitalismo, retratado como un yate lujoso dirigiéndose inexorablemente a un desastre fárcico, carece de la ironía despiadada tan fascinante que hizo a esos filmes tremendamente memorables.
Este filme de alguna forma derrota su propio propósito retórico al presentarse como un producto de prestigio, y mientras la encerada es esencia para su intención satírica, Triangle of Sadness no añade nada substancialmente nuevo para garantizar su sobreinflada ejecución. Pese a ello, un enérgico ensamble actoral, algunos momentos disfrutables -tanto sofisticados como complacientes-, además del estatus de autor de Östlund enfilará este barco hacia atracaderos comerciales y festivaleros.
-Jonathan Romney, Screen Daily
Holy Spider
Dir. Ali Abbasi (Dinamarca-Alemania-Suecia-Francia)
Holy Spider es el proceso legal de un asesino serial que lleva el juicio más allá de lo que solemos ver pese al despliegue de tropos que nos resultan muy famiiares. Va más allá del desenlace y el arresto, extendiendo el engreído teatro de crueldad del asesino hasta la celda de policía, el tribunal de justicia y la arena mediática.
Se trata del verdadero drama criminal convetido en thriller de ficción basado en el trabajador de la construcción iraní, Saeed Hannaei, apodado “Spider Killer” (La araña asesina) en la prensa, quien en el 2001 fue arrestado por haber matado a 16 trabajadoras sexuales en la ciudad de Mashad, en el noreste del país, convirtiéndose en un héroe popular de los fanáticos religiosos de derecha por haber declarado estar en una misión sagrada para limpiar la ciudad de la prostitución. (Hanaei ha sido el tema de un documental y de otro filme de ficción.)
Holy Spider es ciertamente mucho más temerario en su tratamiento del trabajo sexual en el estado teocrático de Irán que una película como, por ejemplo, The Circle, de Jafar Panahi (2000). Abbasi indudablemente transmite las brutales actitudes que originan el victimismo.
-Peter Bradshaw, The Guardian 3/5
Es difícil ver la brutalización de las mujeres en pantalla, especialmente cuando sabes que se trata de la recreación de un crimen real. Pero es aún más difícil -correctamente, muy importante- si se te ha hecho notar la forma en que el lápiz labial de esta mujer es embadurnado sobre sus labios quebrados, si has visto las viejas heridas que motean los cuerpos de estas mujeres bajo su chador, o verla cuidadosamente esconder sus zapatos de piso en una arrugada bolsa de plástico mientras se pone sus zapatos de tacón alto en un baño sucio. Saeed Hanaei, el asesino serial en la vida real, reinventado en el tenso y convicente episodio procesal, creía que Dios estaba detrás de su gran misión de librar a su ciudad de las prostitutas. Pero en Holy Spider el diablo está en esos devastadores detalles.
“Todo hombre debe encontrar aquello que desea evitar”, se lee en el concepto que funge como epigrama del fime, levantando la esperanza de que un cierto grado de justicia retributiva habrá en algún punto para todos los hombres malos del mundo. Pero cada mujer en esa represiva sociedad patriarcal, y muchas de nosotras viviendo en regímenes mucho más liberales, es probable que encontremos lo que deseamos evitar más o menos todos los días.