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Durante el día, programamos una entrevista en el May Fair Hotel con la directora francesa Catherine Breillat, que junto con Isabelle Huppert acudieron al London Film Festival a presentar su filme autobiográfico (como la mayoría de sus películas), Abuse of Weakness. La película explica su cojera y su mano izquierda en constante tensión, ambas producto de un derrame cerebral que la han dejado, como ella misma dice, “con una parte del cuerpo muerta”. Pero eso no disminuye su ímpetu, su risa, sus ganas de hablar de cine, de explicar cómo el mundo es el que está pervertido y no ella con una obra de fuerte y abundante contenido sexual y violento. Nos contó que cuando comenzó escribiendo novelas, legalmente no tenía edad para leerlas. Y que nunca ha estudiado cine, siempre ha sido autodidacta, entre otras muchas cosas que verán más adelante en nuestra versión en video.
Catherine Breillat e Isabelle Huppert durante la presentación de Abuse of Weakness en el London Film Festival. (Fotografía tomada con un Lumia 925).
Lifelong (Dir. Asli Özge, Turquía / Alemania, 2013)
★★★½
La directora Asli Özge ganó en 2009, con Men on the Bridge, el premio a la Mejor Película en el London Film Festival, en la que retrataba a la clase baja de Turquía. Con Lifelong, se enfoca en otra clase social a la que ella dice pertenecer. Una pareja de artistas (él arquitecto, ella artista plástica) habita una hermosa, minimalista, transparente y angosta (o angustiosa) casa, diseñada por él. Este tercer personaje nos permite sentir y ver los sueños de este matrimonio que aunque aparenta tenerlo todo (dinero, amor, una hija sana, profesiones escogidas con pasión y desarrolladas con salud) pende de un hilo. Con muy pocos diálogos, actuaciones minuciosas y obras de arte que se entremezclan en la trama como parte de una exposición de la mujer, descubrimos el paisaje sentimental de ambos.
SOR (@SofOchoa)
It’s All So Quiet (Dir. Nanouk Leopold, Holanda, 2013).
★★★½
Y sí que lo es. El filme holandés de Nanouk Leopold descansa en buena medida en el silencio. Su protagonista, Helmer (Jeroen Willems), es un cincuentón hosco y poco expresivo, que debe cuidar a su anciano padre, al que parece quedarle poco tiempo de vida. Viven en una granja, en el campo holandés, y su relación delata un pasado en común poco terso. Los días transcurren acrecentando tanto el deterioro de la salud del padre, como el sentimiento de soledad del hijo. No parece haber forma de reparar ni lo uno, ni lo otro. El filme, reposado y melancólico, adquiere además un atractivo adicional por el hecho que, lamentablemente, Willems falleció poco después de concluido el rodaje.
AFD (@SirPon)