Las películas de Lav Diaz (Death in the Land of the Encantos, 2007; Prologue to The Great Desaparecido,2013; Norte, the End of History, 2013) revelan lo mucho que los demás dejan de lado. Su belleza proteica y su complejidad moral solo se comparan con sus heroicos tiempos de carrera: seis horas es una duración común. Sus filmes combinan una creencia devota en el poder de dar testimonio del flujo y reflujo de los momentos cotidianos con un sentido poético del tiempo histórico, las fuerzas abstractas masivas y en guerra (gubernamentales, sociales, filosóficas, espirituales) que conspiran para dar forma a la vida diaria.
Diaz es un hombre obsesionado con la memoria histórica y el pasado de su país. Las heridas y las derrotas de la historia filipina ocupan un lugar importante en su obra, y sus amplios y prolongados lienzos acomodan la irreductibilidad de la experiencia individual y la extensión del tiempo y el espacio. Pocos cineastas, si es que hay alguno, han demostrado tan poderosamente que el cine es, para citar a Andrei Tarkovsky, “esculpir el tiempo”.
Además de ser el presidente del jurado de la Competencia Internacional de la 8ª edición del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM), Lav Diaz impartirá una clase magistral el lunes 5 de marzo en el auditorio del MUAC. Aprovechando su estancia en México, tuvimos la oportunidad de conversar con el cineasta filipino, y nos compartió su definición del cine.
Yo realmente no sé lo que es el cine, pero es el medio que yo uso, con el que me siento cómodo sobre las cuestiones para comprender la vida, comprender la humanidad. Me alegra que esta sea mi plataforma, que sea mi herramienta para hacer eso, ser capaz de ayudar también a impulsar la cultura. Es una responsabilidad para mí, no sólo el arte por el arte, el cine para mí es una herramienta para el cambio.