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Entrevista con la directora mexicana Dana Rotberg
Publicado el 06 - Dic - 2013
 
 
La directora Dana Rotberg realizó la cinta White Lies (2013) que será, para Nueva Zelanda, una forma poco común de entrar en la competencia por el Oscar, en la categoría de mejor película en lengua ex - ENFILME.COM
 
 
 

La directora Dana Rotberg realizó la cinta White Lies (2013) que será, para Nueva Zelanda, una forma poco común de entrar en la competencia por el Oscar, en la categoría de mejor película en lengua extranjera.

Rotberg, judío-mexicana, pasó parte de los noventa en Sarajevo y cuando regresó a la Ciudad de México la encontró hundida en una espiral de violencia. Entonces, ocurrió un día por casualidad, que ella vio una película, Whale Rider (2002), basada en la novela de la neozelandesa maorí, Witi Ihimaera. En ese momento, tuvo “una reacción orgánica” como si la que contara la historia fuera ella, “al día siguiente fui y compré dos boletos para Auckland”, arribó en su cumpleaños 44, determinada a empezar de nuevo.

Rotberg tiene un par de cintas en lengua española, que han alcanzado gran prestigio, exhibidas en México, Intimidad (1991)  y Ángel de fuego (1992),  pero White Lies es una historia completamente distinta, algo más propio de su nuevo país.

A principios del siglo XX una mujer blanca pregunta a una chaman maorí por algún método de su pueblo para acabar con un embarazo no deseado. La historia toca complicadas cuestiones de raza, clase, colonialismo e identidad cultural, temas en los que ahonda Rotberg más claramente en esta entrevista, ella platica sobre los orígenes e impacto de White Lies.

A continuación algunos fragmentos de la entrevista:

 

P.

¿Cuando te mudaste a Nueva Zelanda, ya tenías pensado hacer esta película?

R.

Por ese tiempo había decidido ya no seguir haciendo películas. Era una madre, soltera, y además sé que el cine es un amante muy demandante, que necesita una cierta clase de obsesión. No querías ser mitad esto, mitad mamá.

 

P. 

¿Cómo fue que cambiaste de idea?

R.

De una forma bastante truculenta. El productor John Barnett me regaló un libro, de la misma autora de Whale Rider, y en él encontré la historia de una mujer chaman. Sentí inmediatamente una conexión porque reconocí bastante de México allí. Había referencias a la medicina tradicional, una realidad con la que viven los mexicanos, y ahí de la mano venía el conflicto de identidad, algo en lo que nosotros los mexicanos nos movemos constantemente.  

 

P. 

¿Fue un paso muy audaz, o no, hacer una película en dos idiomas y dos culturas que no son la suya?

R.

Lo sé, lo sé. Una vez más me di cuenta, a la edad de 53, que era un poquito tarde para hacer algo así, pero así es como funciono.  No analizo las cosas racionalmente. Sinceramente, sigo mi instinto, algo que es hermoso cuando eres una adolescente, pero a mi edad, “debería saberlo mejor ahora”. Sólo más tarde me doy cuenta del riesgo que estoy tomando.

 

P.

¿Cómo te preparaste?

R. 

Fui a la tierra de los Tuhoe, que es un lugar muy remoto y extraordinariamente complejo, habitado por personas que son muy fuertes, bravos e independientes, una tribu que nunca firmó el tratado que otorgó soberanía a la reina de Inglaterra. Esta tribu es muy celosa de sus tierras sagradas. Poco a poco los fui conociendo y ellos a mí.  

 

P.

¿Crees que tu origen mexicano te ayudó en este proceso?

R.

Creo que si no hubiera sido mexicana, no habría tenido la misma bienvenida y la misma calidez de corazón que obtuve de estas personas. Porque el proceso de colonización, hasta el final de los tiempos, es el mismo en todas las partes del mundo, independientemente del momento histórico en que tenga lugar. Siempre ocurre de la misma manera, y con los mismos métodos. De alguna manera, podía reconocer en ellos mis propias heridas, y ellos en mí las suyas. Tenían muchas preguntas de la experiencia mexicana y así tuvimos conversaciones muy largas.

 

P. 

¿Cómo influyó esto en la manera en que hiciste la película?

R.

He visto cómo la realidad mexicana era deformada y demacrada desde la perspectiva extranjera en películas, en películas estadounidenses, ¿correcto? Cuando ves esto como mexicano, te sientes abusado. Yo sabía que nunca haría algo así, mi visión de esta tribu no sería corrompida o manipulada. Por eso fui tan lento, siempre consultando a los ancianos, cada cosa siempre la corroboraba con las ancianas, y ellas me dieron mucha retroalimentación, porque estos eran rituales y conocimiento sagrado que no se comparten.

 

P. 

¿Cuál fue la reacción en Nueva Zelanda con tu película?

R. 

Las primeras proyecciones que hicimos, como un deber moral, fueron para la gente Tuhoe que habían trabajado con nostros. Donde ellos viven, no hay cines, es muy lejos dentro de las montañas, no hay Internet, así que todos tuvieron que ir a una proyección en Rotorua, la ciudad más cercana, en camionetas, carros y autobuses escolares. Como puedes imaginarte, fue un momento muy intenso. Nadie respirada durante la proyección, estaban bastante motivados, se soltaron algunas lágrimas, y al final, habló un tohunga, el hombre más sagrado en sus rituales, él dijo acerca de la película que era la primera vez que ellos veían su propia historia en la pantalla. Entonces empezó a cantar una bendición Maori, y todos en el cine empezaron a seguirlo y cantar con él. Fue en ese momento que sentí que podía dormir tranquila. Eso fue una clase de permiso moral y ético para la película.

 

P. 

¿Cómo ves el proceso del Oscar, como una oportunidad o como un desafío?

R. 

Es una posición complicada. Creo que para todo el cine que pueda hablar con la especie humana, cualquier escenario es un buen escenario. Necesitamos establecer conversaciones en la pantalla porque el mundo se encuentra en una situación difícil tanto política, económica y ecológicamente. Si el Oscar nos permite una nominación o incluso una campaña, que nos permita llegar a una audiencia y recordarles que somos humanos y tenemos la capacidad de confrontación y de perdonar, esa es la historia para mí. Esa es mi meta.    

 

P.

No te parece algo inusual esta situación para los Oscares, tener un país de habla inglesa concursando con un filme en lengua indígena, dirigida por una extranjera.

R.

Sí, así es, pero eso es Nueva Zelanda. Me recuerda las historias de cómo empezaron los Estados Unidos hace cien años, todos esos inmigrantes polacos, irlandeses, italianos, judíos, que llegaron y comenzaron a contar sus historias. Todos ellos eran extranjeros, en un país que se creaba a sí mismo a través de le inmigración. Nueva Zelanda es un país con una generosidad infinita, y en este momento cuando los sistemas se están cerrando a la inmigración, Nueva Zelanda sigue abierta. Sólo imagina esto,  ¡una mexicana haciendo una película en maorí! Es realmente una cosa extrañísima, ¿no crees?  Es casi como un milagro sangriento.

 

AS (@albertosandel)

Fuente: NY Times

 
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