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Conferencia de prensa: Alejandro González Iñárritu
En compañía de Daniela Michel (Directora del FICM, Festival Internacional de Cine de Morelia) y Alejandro Ramírez Magaña (Director general de Cinépolis), el cineasta mexicano, Alejandro González Iñárritu (Amores perros, 2000; Biutiful, 2010) ofreció una conferencia de prensa en las instalaciones del Centro Cultural Universitario de Morelia para hablar sobre Birdman or The Unexpected Virtue of Ignorance (2014), filme inaugural de la 12ª edición del FICM.
Birdman, que se ha presentado en los festivales de Venecia, Nueva York y Telluride, entre otros, narra la historia de Riggan Thomson (interpretado por Michael Keaton), un actor que a principios de los noventa interpretó en cine a un popular superhéroe conocido como “Birdman”, y que ahora, viejo, cansado y deteriorado, decide montar What We Talk About When We Talk About Love, una obra de teatro de Raymond Carver en Broadway. Durante la conferencia, Iñárritu abordó, principalmente, tres ejes: la construcción del aspecto visual al lado del cinefotógrafo Emmanuel Lubezki (Gravity, 2013), la importancia de la banda sonora, y los temas y preocupaciones existenciales que se desarrollan en la trama.
Aunque ya había colaborado con Lubezki en anuncios publicitarios y en un cortometraje titulado Anna (2007, que forma parte del filme colectivo Chacun son cinema para conmemorar el 60º aniversario del Festival de Cannes), Iñárritu manifestó su deseo de trabajar en un largometraje con el cinefotógrafo mexicano. El director reconoció que Birdman nació de la atracción que sentía por las formas abstractas, del deseo de hacer un filme experimental, de la motivación –y al mismo tiempo miedo– de salir de su zona de confort y arriesgarse a hacer algo inusual en su carrera. Para ello solicitó el apoyo de Lubezki, a quien calificó como un “artista de la imagen” que sabe crear, experimentar y resolver diversos problemas técnicos y artísticos. Aunque Iñárritu no ahondo en las resoluciones técnicas para crear un filme que da la sensación de ser un largo plano secuencia, enfatizó lo complicado que fue filmar en interiores, espacios cerrados y reducidos donde muchas veces los actores y equipo técnico se amontonaban. El hecho de que la cámara de Lubezki transita por los espacios junto a los personajes, requirió una excesiva preparación y muchos ensayos para crear la coordinación perfecta entre actores y técnicos; se trata de una resolución coreográfica bien organizada donde destaca la precisión.
Birdman no sólo es una experiencia visual, definida por Iñárritu como “un steadicam cotidiano”, que consiste en acompañar al protagonista a lo largo del filme, sino que también es una experiencia sonora. Para ello, se contó con la colaboración del baterista mexicano, Antonio Sánchez, quien realizó las piezas musicales del filme. Esto quiere decir, que la batería es el único instrumento musical que se empleó para la banda sonora; este instrumento funciona como una especie de metrónomo que le da los sonidos a la audiencia para que ésta acompañe a Riggan en sus trayectos. La batería le da ritmo a la narración; las acciones del baterista son omnipresentes, en algunos momentos se escuchan con mayor intensidad que en otros, pero siempre está ahí.
En palabras del director, su filme explora la naturaleza de la identidad y las problemáticas que la búsqueda de ésta conllevan. Sin embargo, en Birdman, el problema de la identidad está vinculado a la necesidad de ser reconocidos, al hambre de la validación, al deseo de sobresalir ante los ojos de los otros. Iñárritu señala al respecto:
Hemos empoderado a los demás a decirnos quienes somos. Nos encontramos con un constante necesidad de validación en todos los ámbitos, en las redes sociales, por ejemplo. […] El actor o artista necesita la validación del crítico, el aplauso del público. Parece que se trata de una competencia de validación; es la enfermedad de la popularidad que infecta a toda la sociedad. El actor carga con eso, pero todos los demás también estamos enfermos.
Si bien es cierto que en Birdman, Riggan es un hombre que necesita ese reconocimiento para sentir que sus glorias pasadas no se han acabado, el cineasta aclara que utilizó la figura del actor como celebridad porque es la más inmediata que todos tenemos, y que sin embargo, no es la única. En el fondo, todo ser humano requiere ser reconocido, aplaudido y celebrado.
Respecto al trabajo con los actores, Iñárritu reconoció que existen varias coincidencias que hacen que el ejercicio de metaficción (el que está presente en el filme) se expanda hacia el exterior (acontecimientos y anécdotas fuera de la pantalla). Michael Keaton interpretó a principios de los noventa a Batman, y fue uno de los primeros actores en incursionar en el cine de superhéroes que, en la actualidad, es sinónimo de blockbuster o éxito taquillero. Pero más allá del dato, Keaton es un actor que sabe hacer transiciones invisibles y efectivas entre el drama y la comedia; maneja un amplio rango de emociones y situaciones que lo hacían ideal para este personaje. En el filme también actúan Emma Stone y Edward Norton; ambos también han participado en filmes sobre superhéroes.
Iñárritu señaló que Birdman es una exploración personal del ego:
Todos somos patéticos y adorables. Todos necesitamos la validación del otro. Esto quería explorarlo desde una perspectiva con humor, observando la condición del ser humano sin juzgarla.
Finalmente, el director habló sobre la fuerte admiración que siente hacia la obra de Raymond Carver y cito un pequeño fragmento que se encuentra en el último poema del escritor estadounidense: “Lo único que necesitaba era sentirme amado”. Y si bien es cierto que Iñárritu necesita el aplauso y la admiración del público, advirtió que el problema es confundir la necesidad de amor, afecto y cariño con el deseo de sentirnos admirados, celebrados y validados, pues se trata de dos cosas muy distintas.
Daniela Michel, Alejandro Ramírez Magaña y Alejandro González Iñárritu durante la conferencia de prensa.
Catedral de Morelia.
A. G. Iñárritu habla sobre su colaboración con Emmanuel Lubezki.
Función inaugural
Birdman or The Unexpected Virtue of Ignorance
Dir. Alejandro González Iñárritu, Estados Unidos, 2014.
Además de abrir con el poema Late Fragment de Raymod Carver, la primera vez que vemos a Riggan Thomson (Michael Keaton), protagonista de Birdman (2014), es de espaldas, semidesnudo y levitando en posición de loto al interior de un deteriorado camerino de un teatro de Broadway. Tema y tono que permean el quinto largometraje de Alejandro González Iñárritu están dados desde un principio: un actor, que busca el reconocimiento y la validación de los demás, se encuentra en estado meditativo en medio de una pocilga. De lo trascendental a lo ridículo; de la preocupación existencial a lo absurdo; esos son los matices que ejecuta Keaton a lo largo del filme. Riggan, un famoso actor de cine que interpretó a un superhéroe conocido como “Birdman” a principios de los noventa, se empeña –debido a su ingenuidad e ignorancia (de ahí la otra parte del título del filme)– en llevar al teatro What We Talk About When We Talk About Love, obra de Raymond Carver. En el trayecto debe lidiar con un actor que sufre un accidente durante los ensayos y amenaza con demandarlo (Jeremy Shamos), un prepotente y engreído actor que lo sustituye (Edward Norton), una actriz que sueña con debutar en Broadway (Naomi Watts), un obstinado productor (Zach Galifianakis) y una hija en rehabilitación (Emma Stone). No obstante, la mayor amenaza es representada por su ego, una voz interna que le recuerda lo absurdo y cruel que es el mundo y la necesidad de recuperar las glorias pasadas. La fotografía de Emmanuel Lubezki, quien crea un largo plano secuencia –una atmósfera de continuidad que recuerda el trabajo de Tilman Büttner en El arca rusa (2002) de Aleksandr Sokurov–, se combina con los constantes ritmos de batería de Antonio Sánchez para transitar, fluir y flotar por los espacios que recorre Riggan, pero también por su cabeza escuchando a cada momento esa voz interna que le dicta lo que debe hacer. El deseo de ser reconocido lleva a un hombre miserable a ejecutar un acto de destrucción que desvanece los límites de la realidad con la ficción. Desde la comedia, un género en el que Iñárritu no había incursionado, Birdman cuestiona nuestra necesidad, desde la trinchera que nos corresponde o a la que aspiramos pertenecer, de ser reconocidos, identificados y celebrados por los otros. Además, el filme es un comentario crítico sobre la construcción de la ilusión manifestada en la realidad virtual y en la artificialidad; un cuestionamiento sobre cómo imágenes insignificantes (videos virales) adquieren únicamente valor por ser visibles, y de cómo el ser humano, en la actualidad, prefiere experimentar el mundo mediante los dispositivos móviles, mediante las pantallas, eligiendo el mundo de las apariencias por encima de la cotidiana realidad.
LFG (@luisfer_crimi)