El cineasta español Luis Buñuel (1900-1983), quien alguna vez declaró: "soy ateo, gracias a Dios" y llegó a ser emblema de un arte blasfemo e iconoclasta, fue, como hombre, aun mejor que su cine, sentenció el sacerdote mexicano, Julián Pablo Fernández, uno de sus grandes amigos. El fraile dominico externó:
La amistad con Luis Buñuel fue un hito en mi vida. Era un hombre que antes de conocerlo ya lo admiraba como director de cine y luego de 20 años de una maravillosa amistad llegué a la conclusión de que su persona era más importante y más extraordinaria que todo su cine junto.
Desde niño el padre Julián tuvo dos pasiones: el sacerdocio y el cine. Ya ordenado, realizó en París en 1969 su primer filme El vientre de la ballena, alentado por Buñuel, a quien había conocido en la Ciudad de México años antes; desde esa época se hicieron inseparables.
Buñuel era bien conocido por ser anticlerical, blasfemo e irreverente, un auténtico "come-curas", como se describía. Tras escapar de España y de la censura del general Francisco Franco, llegó a México, donde se nacionalizó y vivió 36 años hasta su muerte en 1983.
"La rectitud como persona era el fundamento de la extraordinaria capacidad que tenía Buñuel para hacer cine. Para mí fue padre, maestro y gran amigo", añadió el sacerdote durante una conferencia titulada "Mi amistad con Luis Buñuel: Una memoria dichosa" que se llevo a cabo, la semana pasada, en la Cámara Española de Comercio de la Ciudad de México.
Según sus recuerdos, el realizador nacido en Calanda y exiliado en México fue un hombre más sensible y comprometido con la sociedad de lo que se creía:
Reciclaba el agua con la que se bañaba para utilizarla en el inodoro, no regaba su jardín porque le preocupaba la escasez de agua. Le gustaba la ambigüedad, el secreto, la broma.
Buñuel, quien rodó la mayoría de sus 32 cintas en territorio mexicano, además de dirigir películas como La Edad de Oro (1930) y Los Olvidados (1950) -narró el sacerdote mexicano- fue pintor, escultor, arquitecto, teólogo, escritor y "predicador". Sin embargo, "fue un hombre sumamente sencillo en su forma de vida. Su habitación era más austera que la de un monje. Se acostaba a las ocho de la noche y se levantaba a las seis de la mañana, preparaba su propio café y hacía mucho ejercicio".
La amistad entre ambos inició gracias a la polémica cinta Viridiana (1961). En 1962, cuando estudiaba en la capital francesa, Fernández vio ese filme, quedó cautivado por Buñuel y "enamorado" de Silvia Pinal, así que decidió conocerla en persona. Para lograrlo trató de hacerse amigo del esposo de la actriz, el empresario mexicano Gustavo Alatriste
"Pero gracias a Gustavo a quien conocí fui a Luis Buñuel, un hombre al que yo ya admiraba", relató el sacerdote y cineasta, que dirigió El laberinto de la soledad (1989), con guión de Octavio Paz, y la serie televisiva "El alma de México" (2000), con Carlos Fuentes como narrador.
El padre Julián sigue oficiando en la Parroquia de Santo Domingo, en el centro de la capital mexicana, pero además es un especialista en séptimo arte que continuamente ofrece conferencias o participa en mesas redondas.
Un día, relató en la charla, el "genio de Calanda" le preguntó: "Julián, ¿le molestaría que yo creyera en dios?", a lo que él contestó: "Sí don Luis, como usted se molestaría por que yo dejara de creer en dios".
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JAR (@franzkie_)
FUENTE: EU